Felipe VI, invitado de honor ayer en los Premios Jaume I, tardó más de lo previsto en volver a Madrid ya que, tras la ceremonia, se trasladó por sorpresa con su equipo al restaurante La Genuina, una barraca situada en la playa de Pinedo. Allí fue recibió con un gran estruendo de los platos que le cayeron a uno de los trabajadores al verle cruzar la puerta. Él y sus ocho acompañantes pidieron para comer paella valenciana y arroz del senyoret. A la cita, además de sus colaboradores, acudió un amigo íntimo del monarca, al que se vio relajado, amable y dispuesto a fotografiarse tanto con algún comensal que también se encontraba en el comedor, como con todo el equipo de La Genuina que a buen seguro nunca olvidará la visita. La factura, a la que se tuvo que añadir los platos de los miembros de seguridad que se encontraban en otra mesa , no superó los treinta euros por cabeza.