El negocio de las máquinas de apuestas auxiliares (las que están al final del bar o en la sala del bingo y en las que se puede meter dinero para operadores como Codere, Sportium, o Luckia) lleva siendo muy fructífero desde que la administración recopila datos. Desde 2013 las cantidades ganadas (por la banca, claro) iban para arriba como un tiro, hasta que la pandemia cortó su progresión. 

Esto no significa que hayan dejado de ganar, sino que los beneficios se recortaron un poco. En seis años, entre 2013 y 2019, los ingresos de los operadores gracias a estos aparatos que se encuentran sobre todo en locales de hostelería, pero también en salones de juego o bingos, se multiplicaron por tres, pasando de 24 millones a 65 en el año anterior a la pandemia.

Con las restricciones que trajo el coronavirus el negocio descendió hasta los 52 millones de euros en el año 2020. A fecha de hoy (solo se han contabilizado tres trimestres de 2021) los operadores han ganado ya 31,3 millones de euros. Es decir, el negocio todavía no ha vuelto a niveles prepandemia.

Donde se ha notado un cambio más drástico es en las cantidades jugadas por los valencianos, que en pandemia cayeron casi un 30 por ciento. Pasaron de 345 millones de euros jugados en estas máquinas en 2019 (año en que alcanzó su pico) a «solo» 243 millones en el año 2020. En 2021 (con datos solo de tres trimestres) parece que va a seguir la tendencia ya que se han jugado 145 millones por ahora.

Los peores trimestres desde que hay datos son, evidentemente, los de las mayores restricciones por el covid-19: 12,3 millones jugados en el segundo de 2020 y 19,5 en el primer tramo de 2021. Por otro lado, los mejores son el principio del año 2018, con casi 90 millones de euros jugados en estos aparatos, y el primero de 2019 con 88 millones que fueron a parar a estas máquinas.

Realidad al alza 

A pesar de esto, cabe hacer una lectura más profunda de la situación. Según las memorias anuales del juego publicadas por la Conselleria de Hacienda, el número de máquinas de este tipo no ha parado de subir también desde el año 2013, e igualmente se han triplicado. De 2.813 hace ocho años a 6.440 en 2019 en toda la Comunitat Valenciana (últimos datos disponibles). La mayoría de estas máquinas se sitúan en locales de hostelería y salones, pero también pueden encontrares en casinos o bingos. Por provincias, València acapara casi la mitad de todos estos aparatos, con 3.035, seguida de Alicante con 2.535 y Castelló con 870. 

Estas máquinas de apuestas alcanzaron sus mayores cotas entre los años 2005 y 2008, donde llegaron a alcanzar las 10.918. Más de 5.300 estaban en la provincia de València, 4.506 en Alicante y 1.033 en Castelló. Desde entonces, el número siguió un descenso en picado, una estabilización hasta el año 2013, y una nueva escalada que llega hasta el día de hoy.

Cabe recordar que estas cifras se refieren a las apuestas presenciales, por tanto están claramente afectadas por las restricciones derivadas de la pandemia. En este sentido, Rafa Beneyto, Director General de Tributos y Juego, explica que el negocio del juego online no ha sido afectado en absoluto por este motivo, y de hecho ha crecido ligeramente respecto al año pasado pese a la situación generada por la pandemia. "Evidentemente, la gente estaba encerrada en casa, y para apostar online no hace falta moverse a ningún local", explica.

Según especifica la ley del juego aprobada recientemente, los locales de hostelería deben disponer de un mando a distancia para activar estas máquinas, siempre tras comprobar la mayoría de edad del jugador a través del DNI. Otros aspectos que contempla la legislación es la separación de 850 metros entre casas de apuestas y centros escolares.