El debate se inició con la llegada del calor del verano pero la medida se ha materializado con el frío del primer fin de semana de diciembre. El certificado covid-19 ya es requisito indispensable para acceder a negocios de hostelería, restauración, ocio y entretenimiento con aforo superior a 50 personas, además de locales de actividad recreativa y azar con servicio de restauración, como bingos o salones de juego. También en eventos con más de 500 personas, hospitales y residencias. En todos los casos, hay un distintivo rojo en la puerta de los establecimientos que indica esta nueva medida.

Los primeros en «estrenarse» fueron los locales de ocio nocturno, puntuales en la medianoche del viernes o, incluso avanzándose unos minutos en pedir el pasaporte covid a sus clientes. En València, pubs y discotecas de Russafa y Ciutat Vella, donde no hay terrazas, controlaban el acceso y chequeaban los códigos QR con una aplicación móvil europea habilitada para ello, al tiempo que recordaban la obligatoriedad de llevar mascarilla.

Como pudo comprobar este periódico, la mayoría de grupos —muchos de celebración prenavideña— eran conocedores de esta medida que pretende reducir contagios y, sobre todo, forzar a vacunarse a los rezagados, una estrategia que funciona a tenor de las colas en los puntos de inoculación sin cita habilitados las últimas dos semanas.

En la mayoría de casos, la revisión de las identidades y los pasaportes covid-19 recayó en el personal de seguridad, que en las puertas de discotecas y pubs revisaban los documentos —en el móvil o en papel— a quienes hacían cola, como es el caso de un conocido lugar de baile de la Gran Vía, donde la noche empezó sin incidentes. Escenas parecidas se veían también por Ciutat Vella, alrededor de la plaza del Tossal.

Un grupo de amigas afirmaban a Levante-EMV que la medida les parece «muy buena». «Está muy bien, porque así te sientes más seguro sabiendo que todos están vacunados», apunta Mariam. «Es muy fácil descargárselo desde la web de la Generalitat», asegura la mujer sobre la obtención del documento.

Por otro lado, Lidia y otras jóvenes opinaban igual. «No me parece mal. Prefiero salir aunque sea con medidas que volverme a quedar en casa. Estoy de acuerdo con la vacunación y esto da cierta seguridad», añade la joven. «Es como tener tranquilidad, dentro de lo que cabe», incide su compañera Daniela.

Otro grupo , frente a un bar, también debatía sobre la cuestión, un tema que se ha convertido en recurrente los últimos días. Carlos, con tres dosis y temor a una nueva saturación de los hospitales, defiende la eficacia de la medida «porque más gente se está vacunando por la presión social», aunque su amigo Álex cuestiona que de algún modo se fuerce a ello, lo que «podría ir en contra de las libertades», expone. Junto a ellos, Marta es tajante: «Lo de la libertad me parece una memez, porque si te vacunas, proteges a los demás... es de cajón, pero si hay gente que necesitaba esta motivación: bienvenida sea», reconoce.

La Federación de Ocio, Turismo, Juego, Actividades Recreativas e Industrias Afines de la C. Valenciana (Fotur), también considera que esta «es una buena medida para frenar más todavía el virus y una buena noticia para los espacios de ocio, puesto que dará seguridad». Por ello, piden el cumplimiento de la nueva instrucción —avalada por el Tribunal Superior de Justicia valenciano y también aplicada en otras CC AA— tanto por parte de clientes como de los establecimientos.

Como pudo comprobar este periódico de madrugada y constaron desde las discotecas, «despistados hay pocos», pues la mayoría tenían a mano los certificados o los descargaban al instante. Eso sí, algunos acabaron la fiesta antes de lo previsto. «Sí lo tenemos, pero si lo piden no vamos a entrar, nos vamos a casa», argumentaban cuatro hombres sin muchas más ganas de explicaciones.

Más carga para los camareros

Ya con la luz del día, la escena se repetía ante bares, restaurantes y cadenas de comida rápida a la hora del almuerzo y la comida, donde también había colas, aunque la opción B era quedarse en las terrazas, que ayer lucían abarrotadas. Eso sí, como explicaban desde un restaurante, los hosteleros marcan distancia con los compañeros de la noche. «Somos camareros y nada más, en los restaurantes no hay personal de seguridad y no somos policías para pedir la documentación; es muy difícil, porque no estamos acostumbrados a decir quien puede entrar y quien no... Somos los que somos y los jefes no van a contratar más; ya veremos cómo va», reconocían con resignación desde detrás de una barra.

Así, una vez más, hostelería y ocio nocturno han asumido el cumplimiento de una nueva medida. Cabe recordar que son válidos el certificado de vacunación con pauta completa; la acreditación de una PCR negativa en las últimas 72 horas o test de antígenos negativo de menos de 48 horas; y el certificado de recuperación de la enfermedad en los últimos seis meses.