Vanesa, Patricia, Alejandro y Nerea salían de casa de Alejandro, su educador del grupo scouts de Patraix, cada fin de semana poco después del amanecer cargados con mochilas llenas de termos con café y leche caliente, azúcar y pastas recién hechas. En la primera parada, en los hornos de su barrio, llenaban sus manos con unas cajas enormes nutridas de magdalenas o bizcochos que los establecimientos regalaban para el propósito de estos jóvenes. Comenzaban así sus rutas de desayunos solidarios, un proyecto del Grupo Scout Mowgli y que tenía como objetivo ayudar a las personas sin hogar.

Una acción social que comenzó como una actividad scout y que ha acabado llevando a estos cuatro jóvenes de entre 19 y 20 años a escribir un libro con la experiencia recogida durante seis meses. También la voz de las personas sin hogar. «Queríamos inmortalizar nuestra vivencia pero también la suya, estas personas son las protagonistas». Durante este periodo estuvieron no solo ayudando a las personas que viven en la calle, sino también escuchándolas y conociéndolas. La voz de la calle (Batidora Ediciones), es el resultado de todas las vivencias.

Tras unas primeras salidas, los cuatro se dieron cuenta de que la asociación «Amigos de la calle» salía de forma recurrente en las conversaciones con las personas de la calle a quienes ayudaban. «Fue entonces cuando nos pusimos en contacto con ellos y comenzamos a colaborar en el reparto de comida y ropa que hacen, es impresionante su trabajo», detallan todos.

Historias personales

Allí, en las jornadas de ayuda con la asociación fueron conociendo a Maripaz, que acabó en la calle tras sufrir abusos y verse abocada a un mundo del que no podía salir o Liviu, de origen rumano y que cuenta con detalle sus periplos de migraciones encadenadas y fallidas por un sistema que le da la espalda. También a Sebastián, que explica su desintoxicación de las drogas y lo positivo en ello tras pasar muchos años en prisión o Daniel, que ve dificilísimo encontrar un trabajo como panadero, su oficio y en lo que le gustaría ocupar su tiempo. «De momento no he tenido suerte ninguna», sentencia en el libro. Los jóvenes de Patraix han aprendido mucho. Y han querido compartirlo en un volumen de vivencias. «Me he dado cuenta de que somos unos ignorantes, la gente dice burradas de quien está en la calle, que si están allí es porque quieren o que si no tienen trabajo, que busquen uno», dice Vanesa. Patri añade que «hemos conocido una parte oculta de la sociedad que nadie quiere ver».

«Queremos que otros jóvenes se animen a ayudar a las personas de la calle, se pueden hacer cosas con ganas e ilusión», completa Alejandro. De momento, ya han tres grupos más que se han puesto a colaborar. Estudian Deportes (Alejandro), Química (Vanesa), Bellas Artes (Patricia) y Literatura (Nerea). Son un grupo heterogéneo pero unido por una causa: ayudar en lo que se pueda.

Acabar con los prejuicios

Coinciden todos con que han acabado con sus prejuicios, unos que están instaurados en la sociedad. «Cuando la gente ve a las personas sin hogar se cambian de acera, pero hay que entender que cada uno tiene sus circunstancias y alejarse del juicio. Empatizar sin juzgar», continúa Alejandro. Patricia añade que está «encantada de poder ayudar». Valoran que hace falta más recursos económicos y humanos, una infraestructura que se preocupe por qué necesitan estas personas «a las que el sistema ha expulsado y que no deja entrar de nuevo». A veces incluso «muchas personas sienten vergüenza volver a la vida normalizada tras haber estado viviendo en la calle», detallan los jóvenes.

Explican a Levante-EMV sus vivencias. Todo esto se produce bajo la mirada de orgullo de Alejandro, su educador scout. Y es que si se quiere, se pueden hacer «muchas cosas para mejorar el mundo», dicen. «Nos dicen que somos la generación perdida, que solo nos interesa emborracharnos y el botellón, pero queremos mandar el mensaje de que nosotros, los jóvenes, podemos llevar a cabo nuestros propios proyectos», dice Vanesa. Esta obra colectiva —pues integra testimonios de muchas personas sin hogar y los de los jóvenes voluntarios— destinará todo lo recaudado en las ventas a la asociación Amigos de la Calle.