Una pequeña administración del centro de València se rebeló ayer contra la estadística y contra la historia al repartir más de 50 millones con el número 19.517, agraciado con el tercer premio en el sorteo del Gordo de la Lotería Nacional y del que vendió 103 de las 175 series totales. Cada décimo recibirá 50.000 euros y en este caso «repartir» no es una forma de hablar, ya que la mayoría de los boletos se vendieron en ventanilla y a particulares.

«Ya era hora de que nos tocara a los pequeños», celebraba Antonio Olmedo, el responsable junto a su hermano Miguel Ángel de regentar esta modesta empresa familiar con más de 70 años de antigüedad y que llevaba «décadas» sin vender un premio de este calibre (de hecho, lo hizo en pesetas).

Pasaban pocos minutos de las 11.30 de la mañana cuando saltó la liebre. Antonio Olmeda explicó ayer a la multitud de medios que se arremolinaba en torno a su pequeña administración de la calle Xàtiva de València que él y su hermano se encontraban «en la oficina trabajando» cuando empezó a sonar el teléfono para informarles de la noticia. «He dado un brinco que para qué», narra. Miguel Ángel añade que, presa de la alegría, no pudo evitar empezar a «dar saltos como un loco».

Las 103 series del boleto agraciado con el tercer premio se agotaron hace semanas. Así, la administración no tuvo que devolver ni uno y ha exprimido los 51,5 millones de euros al máximo. «Los sietes gustan mucho y lo teníamos todo adjudicado desde hace semanas», celebra Antonio. Y es que los hermanos estaban exultantes pese a que no han podido conservar boleto alguno para ellos: «Pero da igual. A nosotros nos ha tocado la ilusión, trabajamos para repartir felicidad», defendía Miguel Ángel, que no obstante sí que admitía que vender un tercer premio «debería suponer un aumento» de la afluencia a su negocio de cara a futuro. «Es lo que suele pasar y esperemos que siga pasando», añadía ya con la preceptiva botella de champán en mano.

Esa misión de «repartir felicidad» de la que hablaba el lotero se ha cumplido con creces este año, ya que la «inmensa mayoría» de décimos, explicaban ayer los hermanos Olmedo, se vendió por ventanilla y otra parte a abonados que juegan este número durante todo el año. Los más veteranos lo hacen desde hace «50 o 60 años», apuntaron.

Por su proximidad a la Estación del Norte —donde los trenes de Cercanías se diseminan por los municipios aledaños a València— y su ubicación en una zona de gran afluencia turística, Antonio Olmedo certificaba que el premio está «muy repartido». «Mucha venta a gente de paso, de los pueblos que vienen a València en tren y también alguna empresita que siempre juega este número y algún turista», enumera.

La teoría de los clientes de paso cobraba fuerza viendo el exterior de la administración ayer. Entre ríos de transeúntes —algunos con maletas— que recorrían la ciudad en plenas fechas navideñas, apenas dos personas agraciadas con el 19517 se acercaron a celebrar el giro que la fortuna les tenía deparado con los propietarios de la administración. Una fotografía que contrasta con las que se viven en otros puntos de venta de lotería, más de barrio, y que suelen concentrar sus clientes en casales falleros, agrupaciones vecinales, entidades deportivas o empresas.

«Me voy a comprar un Ford»

Isabel fue la primera afortunada en dejarse ver por la administración de los Olmedo. «Me han llamado ellos para avisarme, somos amigos de mucho tiempo», explicaba sin poder evitar los nervios. A la pregunta obligatoria de «¿qué piensa hacer con el dinero?», esta señora responde con otro tópico: «Tapar agujeros y repartirlo con hijos y nietos».

El que se sale del discurso es Juan, el otro agraciado que se acercó a la zona cero de la fortuna. «Me voy a comprar un coche», dijo sin titubear. Y concretó que será un «Ford Mondeo híbrido» de los que se fabrican en Almussafes. Juan explicó que el suyo es un premio a la constancia, pues lleva diez años jugando al número 19517.