La vida comienza en el mar. Y acaba en él. Es necesario concienciar a la población y (más importante todavía) sensibilizarla de que cada acción individual cuenta, fomentar que la pesca a pequeña escala pueda desarrollar su actividad respetuosa poniendo cerco a la furtiva y apremiar a las administraciones a innovar en nuevas formas de «rescatar» la basura del fondo del mar y darle una segunda vida. Un proceso circular que permita ser sostenibles y conservar la biodiversidad marina, concretamente la valenciana, que es «rica y variada».

Estos son los puntos principales sobre los que transitaron los ponentes de un panel informativo —esta vez, realizado en la distancia por motivos sanitarios de la covid-19— organizado por Levante-EMV y con el patrocinio de Facsa, la Autoridad Portuaria de Valencia y Caixa Popular sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 14, el referente al cuidado de la vida submarina que tiene por objetivo conservar y utilizar de forma sostenible mares, océanos y recursos marinos.

El tema fue abordado por Sonia Albein, investigadora de reciclado mecánico en Aimplas (Instituto Tecnológico del Plástico); Vicente Pérez Crespo, presidente de la Comisión Interfederativa de Cofradías de Pescadores de la Comunidad Valenciana (Coincopesca) y de la cofradía de Cullera; Fernando Martínez Embid, miembro de la asociación Bioagradables, y Julio Gómez Vivó, director general de Medi Natural de la Generalitat Valenciana.

Sobre el estado de los mares y océanos, la contaminación que hay en ellos y el vertido de residuos, Albein cree que «para ver lo que hay en el mar es necesario fijarse en lo que vemos en tierra» pues, la mayoría de los residuos que acaban en las aguas marinas vienen de la superficie. Y el 80 % es plástico. En este sentido, Albein apunta que este material es, precisamente, el más utilizado y más duradero. Necesita una buena gestión al desecharlo para que no acabe en el mar. Por eso, desde Aimplas abogan por «focalizarse en la prevención». Mientras tanto, explica varios proyectos que llevan a cabo para dar una segunda vida a los plásticos. Además de Oceanets, reciente premiado y que se ocupa de reciclar las redes pesqueras descartadas y convertirlas en material textil industrial o químico, también menciona «Repesca Pla», una iniciativa de análisis de los plásticos en el mar que identifica qué compuestos del material son más tóxicos. «Es clave que la gente sea consciente del aspecto que tiene la basura en el mar para evitarlo», dijo.

Sensibilizar con acción directa

Albein comparte reflexión con Fernando Martínez Embid, miembro de la asociación Bioagradables, que se ocupa de sensibilizar sobre la basura que se acumula en las playas. «Queremos sensibilizar, no solo concienciar, pues una persona puede ser consciente de un problema pero no estar sensibilizada, que no le afecte. Queremos que se entienda el problema y se empatice con él».

Su principal actividad para lograrlo son las jornadas de limpieza de playas. Dice Fernando Martínez que «la idea no es limpiar solo, no somos un servicio de limpieza, nosotros lo que buscamos es darnos cuenta de la cantidad de basura que hay en las playas y que no vemos, así como divertirnos y pasar un rato juntos», añade.

Por eso, siempre realizan las actividades sobre el terreno. «Vemos el cambio en la gente y en nosotros mismos», dice, al tiempo que parafrasea al escritor Andreu Escrivá: «lo más importante no es lo que hacemos nosotros como personas sino la capacidad que tenemos de influir en nuestro entorno». Añade que la contaminación en el mar y en los océanos se palia con unos hábitos «bioagradables». «Reciclar es importante pero no es lo principal, también hay que reducir el consumo y reutilizar». Piensa que el mundo va en la dirección correcta, que se han cambiado muchas cosas desde hace diez años pero que faltan políticas «útiles» en materia de medio ambiente y conservación marina.

«Si algo es urgente deberían tomarse decisiones urgentes y eso no se está haciendo», dice Martínez Embid. Por eso, cree que es «imprescindible la cooperación internacional, pues los océanos y mares son de todos los países del mundo» y requieren «cambios relevantes y no medidas superficiales y poco realistas». Como por ejemplo, concreta, leyes, sanciones, controles, etc. Sonia Albein insiste, por otra parte, en la importancia de fomentar «proyectos de circularidad». «Estos residuos existen y hay que hacer el hacer esfuerzo de sacarlos del mar y aprovecharlos como un recurso que tiene una segunda vida».

Corresponsabilidad esencial

Un camino largo y colectivo que, según la visión de estos dos ponentes «va en la buena dirección». Pese a la lentitud del proceso, las instituciones van, poco a poco, actuando más en este problema, destacan ambos. Sonia Albein, añade, a este respecto, que «hay que involucrar a las administraciones para que la gestión de los residuos que extraen los puertos y los pescadores del mar sea más detallada». Así, propone «innovación en cuanto a la recogida de basura en profundidad así como en mejorar el equipamiento». Se refiere a separar cada residuo que se extraiga del mar como se hace con la basura de la superficie.

Julio Gómez Vivó, director general de Medi Natural, apunta por su parte que si bien se están produciendo avances, hay un retraso en el abordaje de los asuntos marinos que requiere corresponsabilidad de los gobiernos locales, autonómicos, nacionales e internacionales. Se trata de un problema global que necesita alianzas. «La corresponsabilidad es el criterio fundamental de nuestra actuación en el mar», dice el responsable político. Sin embargo, «la titularidad del espacio marino (hay aguas internacionales, estatales y muy pocas donde la competencia sea autonómica), la concurrencia y a veces colisión de competencias ha retrasado la adopción de medidas de protección que son más sencillas en el medio terrestre».

Además, añade el responsable de Medi Natural de la Generalitat, la conservación del mar tradicionalmente se ha regulado por la normativa pesquera. La regulación medioambiental es más reciente, dice. En el caso valenciano, «se ha optado por un marco de colaboración con el Gobierno de España, aunque sin renunciar a la reivindicación de un mayor protagonismo de las comunidades autónomas».

Reservas marinas valencianas

Gómez Vivó recuerda, por otra parte, que las dos primeras reservas marinas de España fueron en aguas valencianas: Tabarca y Columbretes. «Ahora bien, además de protección (el 50 % del mar valenciano lo está) hay que regular los usos y adoptar sistemas de vigilancia». Por ello, dice, «elaboramos el decreto de protección de las praderas de posidonia, que está en fase de alegaciones, y estamos trabajando en la creación y puesta en marcha de un Equipo de Vigilancia Marina que busca acompañar, divulgar y velar por el estado del fondo marino y el seguimiento de las especies protegidas». Por eso, cree que el papel de las administraciones es «capital» y deben tener como principio una visión «constructiva, colaborativa y pragmática».

«La Conselleria de Transición Ecológica está tramitando un Convenio con el Ministerio para la gestión conjunta de los espacios marinos de la Red Natura 2000, independientemente de quién sea el competente en cada espacio». En definitiva, el director general reitera la importancia de tejer alianzas entre las administraciones, «pero también con el sector pesquero tradicional, con el náutico recreativo, con la pesca deportiva, y con todos los colectivos que pueden participar y mejorar el ecosistema marino».

Toda actividad altera el medio, pero existen actuaciones más nocivas para el medio que otras. Una de las metas del ODS 14 se centra en reglamentar la explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva e ilegal o no declarada. Y Vicente Pérez Crespo conoce bien la realidad de la actividad pesquera. Lleva toda una vida dedicándose a ello. Protesta porque «parece que la culpa del deterioro del mar y sus especies la tenemos los pescadores pero somos quienes más cuidamos el medio, pues vivimos del mar».

Así, dice que contaminación marina ha hecho que especies como la tellina o la chirla no crezcan cerca de la costa. Eso, sumado a que la Unión Europea «nos va a ahogar de tanto que aprieta», llegará un momento que «ni en términos comerciales ni en términos laborales podremos trabajar». Se refiere a Bruselas como el ente que les quita cada año más días de pesca. Este año han obligado a reducir un 6 % más. Ahora, los pescadores valencianos no superan los 200 días al año en los que pueden salir a faenar.

Respetar los tiempos naturales

Con todo, defiende que los pescadores «convivimos con el mar» y recogen toda la basura que ven para devolverla a tierra. «A nuestro coste y llevamos haciéndolo veinte años», añade. «Cuidamos el mar de la misma manera que el agricultor cuida la tierra», dice.

Frente a las prácticas «abusivas», Pérez Crespo destaca que su dinámica respeta los tiempos de la naturaleza. «Respetamos los tiempos, dejamos unos meses para que la especie X se reproduzca, y como nosotros no lo hace nadie. Lo más sostenible es respetar los ciclos de la naturaleza y los fondos donde vive cada especie», dice Pérez Crespo.

Los ponentes del panel informativo coinciden en que hace falta coordinación para mejorar la salud de los océanos y sus especies, pero poniendo en valor, al mismo tiempo, las acciones locales colectivas que aportan un granito de arena. Todo cuenta, concluyen.

Los bastoncillos son el problema de hoy y las mascarillas, el de mañana

Los ponentes de la jornada sobre el ODS 14 coinciden en que los residuos que más se encuentran en las aguas marinas y en las playas del Mediterráneo, concretamente las valencianas, están hechos de plástico.Con la pandemia, han sido muchos los colectivos que han advertido sobre un exceso de mascarillas desechadas en las calles y en espacios públicos, un elemento diario que, además de contaminar el ambiente, es nocivo para el planeta. ¿Los cubrebocas llegan también al mar y a las playas? Sonia Albein, investigadora de Aimplas, dice que, pese a que en las vías públicas «veo millones» «de ahí a que lleguen al mar, pueden pasar uno o dos años». Durante este ejercicio, dice, sí han sacado algunas de las aguas valencianas, pero sobre todo pone el foco en la proliferación de plásticos en el entorno marino. «Es el material más duradero y el que más consumimos, la mala gestión de estos envases o de otros productos de plástico está llegando al mar y tenemos que ser conscientes de ello».

Gómez Vivo apunta que la proliferación de microplásticos es una manifestación local de un problema de alcance global. De acuerdo con esto, dice, «es evidente que el medio marino está interconectado a muchos niveles y no hay que descuidar esta visión integrada, evidente por ejemplo, cuando se trata de proteger determinadas especies como los cetáceos».

En este sentido, Fernando Martínez Embid, que se dedica en Bioagradables a retirar toda esa basura que contamina los espacios de entrada al mar:, as playas, dice que durante las limpiezas, han encontrado mascarillas, «pero no muchas». «Creemos que es porque el viento se las lleva y es difícil que permanezcan en la arena y lleguen al mar», razona Martínez Embid.

Bastoncillos de los oídos

Sin embargo, ambos apuntan que es cuestión de tiempo que las mascarillas desechadas se conviertan en un residuo más mal gestionado. Por eso, apremian a desechar todos los residuos correctamente. Pero, ¿qué llega a las playas? Desde Bioagradables cuentan que el residuo «estrella» en las playas son los bastoncillos de las orejas. «Creemos que es porque mucha gente los tira al water y como es tan fino pasa por los filtros de las depuradoras, hay muchos que llegan al mar».