La líder no nace, se hace. Al menos, así lo defiende Gloria Lomana, presidenta de 50&50 Gender Leadership. Su ponencia «Liderazgos femeninos, liderazgos inclusivos» sirvió como clausura del encuentro.

En su speech, Lomana evidenció que «la igualdad es real en las leyes, pero no en la sociedad». Así, detalló que para doblegar esta evidencia «se requiere un cambio cultural» que, apostilló, «será la mayor revolución del siglo XXI». Su consolidación como periodista no estuvo exenta de los ya citados sesgos.

«¿Por qué ella?», «¿cómo concilias?» o «qué antipática» fueron solo algunas de las interpelaciones a las que se vio obligada a contestar, por lo que defendió con contundencia que «las mujeres no somos antipáticas por poner límites».

"Para alcanzar un liderazgo femenino real se requiere un cambio cultural que será la mayor revolución del siglo XXI"

Liderar, como expuso, no ha sido una tarea sencilla, pero sí extremadamente necesaria. «El poder es transformador y las mujeres debemos formar parte de este proceso consolidando un mundo violeta estructurado en un principio de equidad».

Para ello, es necesario analizar lo que denominó «la realidad de las brechas» para establecer un punto de inicio. Esta hace alusión a la percepción de los roles desde el nacimiento, el rechazo y la brecha en áreas STEM durante la niñez y, por último, el síndrome del impostor en la edad adulta. En este sentido, denuncia una sociedad «pensada y escrita para las hombres».

Resistencia al liderazgo

La resistencia al liderazgo femenino, detalló, se sigue produciendo pese a que todos lo indicadores señalan su beneficio y rédito. Algunas de las causas que esgrimió fueron el rechazo al cambio, la supremacía histórica de los hombres en la toma de decisiones y la consiguiente estructuración de modelos semejantes a los suyos y, por último, estructuración vertical de los liderazgos.

Un contexto en el que lo masculino, incidió Lomana, «es percibido mediante atributos como fuerza y carácter». Las mujeres, por el contrario, se enfrentan al lastre de la negación de derechos civiles durante siglos bajo una concepción de debilidad que las invalidaba para ejercer su liderazgo.

No obstante, entre las lecciones aprendidas durante la pandemia, muchas sitúan a la mujer como agente inherente del liderazgo humanista y cercano que demanda la sociedad, lo que afecta a las empresas, que deben promover causas sociales. Así, este nuevo paradigma representa «una oportunidad para las mujeres», concluyó.