Hace año y medio que la Comisión Europea aprobó el plan de recuperación, pero no fue hasta julio de 2021 cuando el Gobierno aprobó el suyo. Desde entonces, se ha producido un tiempo de espera, consultas, diálogo y puesta a punto de la normativa, que, según admite Poyatos, puede haber generado una suerte de desafección, una sensación de que el maná nunca llegaría.

Sin embargo, 2022 será el año en que será palpable la financiación europea, afirma el alto cargo. «Hay que evitar que las empresas desconfíen, hay mucho dinero», apunta. Y es que papel del Botànic no se limita a gestionar directamente los fondos, ya que la mitad del MRR va destinado a empresas y ayuntamientos que concurren por competencia competitiva. Y el apoyo del Consell es clave.

De momento, se ha impulsado una herramienta informática basada en inteligencia artificial que es mucho más que un buscador de ayudas. El sistema será capaz de identificar cuál es la mejor convocatoria de ayuda para cada empresa.

Junto al Gobierno, la Generalitat ha tenido también que generar estructura normativa. El decreto para agilizar la gestión de los fondos supuso un importante esfuerzo (no exento de tensión entre los socios) para contar con una normativa adecuada. De este decreto, se han derivado normativa para regular la «gobernanza» entre la oficina y las conselleries o para poder contratar a personal directivo externo a la Generalitat para que coordine la gestión.