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Ómicron no será el último sobresalto

Los virus mutan al azar al replicarse y cada uno lo hace 100.000 veces, por lo que, mientras no se extienda a todo el planeta la vacunación, seguirá el riesgo de aparición de nuevas variantes

Figuración de dos inyecciones de vacunas contra la variante ómicron. | LEVANTE-EMV

Cada vez que un virus se copia, existe una posibilidad de que incluya algún error. Hay alguno de esos errores puede convertirse en un cambio estable en el genoma del virus. Algunos de esos cambios, casualmente, supondrán una ventaja evolutiva y permitirán que el virus mejore su capacidad de transmisión, o que resulte más grave en sus efectos. Incluso, puede que alguno o la combinación de varios permita un cambio relevante como para modificar la «proteína Spike», o espícula, es decir, las protuberancias del virus que le sirven para adherirse a los receptores celulares. Esta proteína es la llave que utiliza el virus para abrir un cerrojo (el receptor ACE2) de nuestras células. Precisamente las vacunas contra el coronavirus se fundamentan en «enseñar» al cuerpo a detectar esa llave con antelación y evitar que se adentre en las célula. Pero si el virus, a causa de esa larga cadena de mutaciones, da con una llave distinta, la eficacia de las vacunas quedará mermada. Esa es, a grandes rasgos, la razón por la que en los centros de control de enfermedades saltan los avisos cada vez que se detecta que una mutación del virus. Lo que no explica es las razones por las que los países reaccionan de forma más o menos drástica.

La variante ómicron desató la preocupación en Europa y se sumó a la ola de contagios que volvió a producirse a las puertas de las fechas navideñas. Pero, ¿qué sabemos a ciencia cierta sobre ella? Y ¿por qué ómicron no será, con gran seguridad, el último sobresalto?

Mutación, linaje, variante

Cada palabra tiene un significado distinto. Una mutación del virus es un cambio único del genoma. Suceden con mucha frecuencia, pero solo a veces ese cambio implica que el virus modifique algunas de sus características. Los virus que tienen variadas mutaciones y cuentan con un ancestro común constituyen un linaje. Con todas esas alteraciones, algunos códigos genéticos del virus, con una o más mutaciones, adquieren relevancia como para pasar a considerarse variantes.

¿De dónde viene el nombre? Inicialmente las variantes se denominaban en función del lugar donde fueron detectadas (la « india» o la «sudafricana»), pero en mayo de 2021 la OMS decidió utilizar el alfabeto griego y así no estigmatizar a ningún país. Pero se optó por saltar dos de ellas: Nu y Xi. La razón estriba en que Nu guardaba cierta similitud fonética con «new» (nuevo en inglés) y en que Xi es un apellido muy común en China. La forma científica para referirse a esta variante es B.1.1.529, designación que permite rastrear el linaje de este nuevo aspecto del virus.

Observar, interesarse, preocuparse. Las autoridades sanitarias clasifican cada variante en función del grado de preocupación que despierta. Si solo conviene tenerlas en cuenta, porque no varían de manera especial la capacidad del virus para ser dañino, se consideran «bajo monitorización». En EEUU, en esta categoría están la alpha, beta, gamma, epsilon, eta, iota, kappa, mu, lambda y zeta. De la mayoría de ellas, salvo de las tres primeras, apenas hemos oído hablar tanto como de ómicron, pero estuvieron temporalmente consideradas «variantes de interés», hasta que se pudo evaluar su impacto. Las «variantes de interés» son las que despiertan la atención y que ofrecen indicios de que pueden ser más transmisibles. Actualmente en Europa permanecen como «variantes de interés» las mu y lambda. El siguiente escalón es el de las «variantes de preocupación», aquellas sobre las que existen indicios de una mayor transmisibilidad y sus modificaciones genéticas hacen esperar que tenga un impacto en la salud pública. EEUU solo mantiene como «variantes de preocupación» las delta y ómicron. En la UE, en cambio, se consideran además las variantes beta y gamma.

¿Cuáles son las certezas? La primera detección de esta variante del virus se produjo en Botsuana, el 9 de noviembre de 2021, por la Red para la Vigilancia Genómica en Sudáfrica. Se comprobó que producía un incremento de contagios en las zonas donde fue detectado, con unos bajos índices de vacunación. Pronto se constató que la variante incluía mutaciones preocupantes. Incorpora un número elevado de ellas (más de medio centenar), de las cuales una treintena se refieren a la espícula. Dado que la espícula es la llave para entrar en las células, tantas alteraciones pueden tener consecuencias en la transmisibilidad, la capacidad para evadir el stema inmunológico y la resistencia a las vacunas hasta ahora existentes. Los últimos datos apuntan a que la ómicron tiene más capacidad para reinfectar a personas que superaron la enfermedad.

¿Por qué saltan las alarmas? El aviso del Centro Europeo para la Prevención de Enfermedades, del 2 de diciembre, especificaba que «las evidencias de los casos iniciales son limitadas», pero «sugieren» que la variante ómicron puede estar asociada a una mayor transmisibilidad que la delta, «aunque se necesitan evidencias más robustas». También indicaba que permanece en «alta incertidumbre» la gravedad de la enfermedad en las infecciones por virus de la variante ómicron y que hay seria preocupación sobre si pudiera reducir la efectividad de la vacuna. Dado que en muchos países europeos aún se afrontaban los efectos de la delta, el ECDC indicó que el impacto de ómicron podría ser «muy elevado». Por todo ello, «basándose en la información disponible actualmente y considerando el alto nivel de incertidumbre, el riesgo total para los países europeos se establece en alto o muy alto».

¿Cuándo podremos tener más claridad? La incertidumbre es una invitación a no levantar la guardia, a seguir manteniendo las pautas de protección y a ser cautelosos. Pero los países, en especial los que sufren el impacto de la última ola, se han apresurado a colocar cortafuegos. Hay indicios optimistas: los fabricantes de vacunas han señalado que, en el caso de que ómicron pudiese superar las barreras de la inmunización, podrían alterar las futuras dosis para combatirla. También se cree que el tipo de mutaciones no tendría por qué afectar a tratamientos en fase de experimentación y que pretenden reducir hospitalizaciones y fallecimientos.

¿Por qué estamos expuestos a muchas más variantes futuras? Las mutaciones del virus son azarosas y suceden, aunque en un pequeño porcentaje, cada vez que se replica. Pero un solo virus que infecta a un humano puede hacer del orden de 100.000 copias. Un artículo publicado en junio en la revista académica PNAS estimaba que en cada paciente infectado con covid, en el pico de la enfermedad, puede haber entre 1.000 y 100.000 millones de virus. Y se calcula que se produce una mutación cada 200.000 infecciones y que una de ellas se asienta en el mundo cada día. La suma de mutaciones en cada linaje sería de tres al mes, con lo que existe un riesgo de que aparezcan nuevas variantes. Y se incrementa si la circulación del virus sigue siendo alta, con elevado número de contagios. La vacuna es eficaz, pero el porcentaje de personas vacunadas es muy bajo en los países menos desarrollados. De ahí que la OMS avise de la importancia de extender esa campaña ya que la batalla contra el virus es global.

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