La primera vez que Esther Roca, profesora ayudante doctora de la Universitat de València, sufrió acoso sexual fue en su etapa de estudiante de Magisterio y en ese momento le costó identificar lo que ocurría.

"Yo era muy inquieta, tenía muchas preguntas y había un profesor que me decía que mejor resolverlo en el despacho", cuenta a este periódico.

Una vez en el habitáculo, Esther se reconocía "dando vueltas por el despacho para alejarme de él, mientras él se acercaba, miraba unos papeles y yo notaba su mano justo al lado de mi pecho".  "En ese momento lo único que hice fue llevarme a una amiga a las tutorías o dejar siempre la puerta abierta", dice. Ahora, "lo veo con perspectiva y claro, nadie se atrevía a comentarlo o a posicionarse por miedo a represalias. Ni alumnos ni profesorado".

"Nadie se atrevía a denunciarlo o a posicionarse por miedo a represalias"

Lo cuenta ahora a Levante-EMV después de participar en el '"MeToo en la universidad', un reportaje publicado en El Periódico de Catalunya, (del mismo grupo editorial que Levante-EMV) con testimonios de más de veinticinco profesoras e investigadoras que han sido víctimas de violencia machista en las universidades. Lo cuenta porque cree que es necesario visibilizar algo que ocurre y que muchas veces es silenciado.

Lo cuenta, dice Esther, porque hay que poner nombre a la violencia de género aisladora, que cree que es lo que ocurre en las universidades y lo que provoca el silencio, la Omertá, la desprotección de las víctimas. ¿Qué es este tipo de violencia?: "Son las represalias, los ataques que sufrimos cuando protegemos a una víctima de violencia de género. Te señalan, para desactivar la red, para que nadie la proteja. Lo que le protege es que haya una red de gente que lo frene, que lo denuncie o visibilice y si eso se desactiva, hay silencio".  

Calumnias como consecuencia de alzar la voz

Esther forma parte también de un grupo de investigación internacional y dice que la segunda vez que ha experimentado violencia de género en la universidad ha sido como consecuencia, precisamente, de la violencia de género aisladora. "A partir de 2011, diez años más tarde del primer episodio de violencia en la universidad, me posicioné en contra de esta violencia en el grupo de investigación internacional al que pertenezco, que es una red de investigadoras de todo el mundo", explica la docente.

"Violencia de género aisladora es intentar que la víctima se quede sin apoyos"

"A raíz de este posicionamiento de varias personas del grupo de investigación, y aunque yo no directamente no lo haya vivido, he visto cómo se ha machacado y atacado con calumnias a compañeras que han denunciado el caso de Ana Vidu (una compañera que sufrió abusos por parte de un catedrático en la Universitat de Barcelona), eso es violencia de género aisladora, intentar que la víctima se quede sin apoyos".

Es lo que le pasó, por ejemplo, a Ramón Flecha, un catedrático de la Universidad de Barcelona que denunció, desde que fue conocedor, los abusos a algunas compañeras. "Recibí amenazas de muerte e intentaron echarme de la universidad", explica Ramón Flecha, catedrático de la UB que apoyó a una alumna acosada en el reportaje citado de El Periódico.

Las claves: protocolos, formación y visibilización

Esa es la realidad. Con las cartas sobre la mesa, Esther Roca reconoce que se ha avanzado mucho estos años y también existen claves para erradicar este tipo de situaciones.

"Creo que estamos dando pasos muy importantes en concreto en la Universidad de València, que es lo que conozco. Pero creo que se ha de tener en cuenta y se ha de visibilizar esta violencia de género aisladora, para proteger a las víctimas y a las personas que las apoyen, mientras haya este silencio es imposible avanzar, porque se desactivan todas las protecciones", opina la profesora de la UV.

"Hay que introducir protocolos en esta materia. Formación, debate, visibilidad, hay que ponerle nombre a esto que ocurre". Dice Roca que este tipo de protocolos se están empezando a implantar, muy poco a poco, en algunas universidades y, en este sentido, cree que la Universitat de València (UV) ha de ir por este camino.

"Creo que en general estos acosos, hasta ahora, se han silenciado mucho, pero hay que ser firmes y dar pasos para que todas las personas se posicionen si lo detectan y denuncien cualquier situación violenta, en las aulas y en cualquier otro ámbito de la vida", concluye.