Algunos tipos de árboles contribuyen a la formación de ozono malo, en una fatal combinación de los compuestos orgánicos que generan con los gases contaminantes del tráfico y la radiación solar. Emiten isopreno, de ahí que en un contexto de calentamiento global lo idóneo sería seleccionar bien las especies que se plantan en parques y jardines urbanos. Entre los que habría que evitar estarían el chopo (Populus), el exótico e invasor eucalipto (Eucalyptus) o la palmera Washingtonia.

Apostar por flora con menos emisiones

La falsa acacia (Robinia pseudoacacia), ornamental y muy abundante, es de las que más emite. En cambio, habría que optar por la jacaranda (mimosifolia), el tilo (Tilia platyphyllos), el ciprés (Cupressus), o la morera (Morus alba). Estas son las primeras conclusiones de una investigación que lidera el biólogo Vicent Calatayud Lorente, del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM).

Apostar por flora con menos emisiones

Hayas (Fagus sylvatica) y olmos (Ulmus minor) son también buenos aliados frente a los efectos del cambio climático. Al igual que el peral (Pyrus commninus), la tuya (Thuja) o el pino (Pinus). Este último además no pierde la hoja. Si hay que elegir entre palmeras recomienda la datilera (Phoenix dactylifera). «Emite menos que la canaria (canariensis)», recalca.

El trabajo se enmarca dentro del proyecto Imagina en el programa Prometeo de la Generalitat Valenciana. «Recomendaría no plantar árboles que liberan muchos compuestos orgánicos volátiles (VOCs), y apostar por variedades como la Tipuana tipu, conocida como tipa o tipa rosa, que tienen un papel ornamental similar pero con menos emisiones», explica Calatayud.

Beneficios de la vegetación

Pese a este aspecto, insiste en los beneficios de la flora . «Contribuye a fijar carbono, además de aumentar el bienestar psicológico de los ciudadanos», razona. En ese sentido incide «en el servicio que prestan los árboles como reguladores de la temperatura y la creación de sombra, que en las zonas ajardinadas puede suponer un grado o un grado y medio menos que en otros puntos de la ciudad», dice.

«No se trata de eliminar nada, sino de en las planificaciones a futuro contar con esos condicionantes y elegir lo más adecuado», argumenta. «La vegetación también puede ayudar a disminuir las concentraciones de partículas como el black carbón que lanzan los coches, especialmente usando barreras vegetales», desgrana el investigador del CEAM.

Solo en la ciudad

Calatayud remarca que las emisiones de plantas y árboles en una zona de montaña «no representan ningún problema per se». «Únicamente se da cuando tienes una combinación de COVs con niveles de Nox elevados como es el caso de las urbes y es cuando se forma el O3 y las partículas secundarias», desgrana. «Las medidas principales son aquellas que disminuyen los humos de los coches pero también se puede reducir la formación del ozono malo eligiendo bien las especies vegetales», reitera. Calatayud reflexiona sobre la necesidad de seguir financiando investigaciones para avanzar hacia ciudades más sostenibles.

Permite fijar unas condiciones de luz y temperatura estables en un trozo de hoja. Esas emisiones se capturan en el tubo verde-morado. En el laboratorio se liberan y se analizan.