Con la sexta ola entrando en su fase final pero todavía con el coronavirus dejando muertes sobre la mesa, el Gobierno ha abierto ya las puertas a dar por finalizada la pandemia, aunque sea técnicamente. La retirada de las mascarillas en interiores está cada día más cerca y ya hay un plan para «gripalizar» la covid.

Son los pasos previos a una vuelta a la normalidad en la que nada va a volver a ser como antes, algo que para los expertos en Medicina Preventiva y Salud Pública no tiene por qué ser necesariamente malo. Al menos ellos esperan que muchos hábitos y medidas de prevención adoptadas en estos dos años (así como nuevas formas de trabajar) queden o, al menos, hayan calado lo suficiente. Estas son algunas de las cuestiones que expertos en Salud Pública como el catedrático de la UMH de Elx, Ildefonso Hernández o el epidemiólogo e investigador en Fisabio, Salvador Peiró, incluirían en su particular carta a los Reyes Magos «para la era postpandémica».

La normalización de su uso cuando alguien tiene cualquier infección respiratoria (como ya venían haciendo ciudadanos asiáticos) sería una de las grandes mejoras postpandemia. «No tendrá sentido que ahora alguien entre tosiendo en un centro de salud. Debería formar parte del paquete de prescripción de los facultativos en pacientes de infecciones respiratorias con síntomas», apunta Peiró. «Yo creo que esto la población lo ha integrado bastante bien, el ponerse la mascarilla si se tienen síntomas y hacerlo motu propio porque ya saben que aunque sea un cuadro leve para ellos, puede hacer daño a otras», apunta Hernández que apuesta por que los ciudadanos aplicarán el sentido común.

No es que la gente no se lavara las manos con frecuencia antes, pero la paranoia del contagio del coronavirus vía contacto (que ahora se sabe tiene un papel limitado) sí ha hecho que mucha gente sea consciente de la cantidad de gérmenes que se acumulan al día en las manos. «La OMS lo reconoció como una de las formas más directas de salvar vidas», recuerda el catedrático Ildefonso Hernández.

«En las respiratorias, el contagio por las manos tiene un papel discreto pero sí mucha importancia en otras infecciones o en ámbitos sanitarios. Hay que mantener una adecuada higiene de manos pero no hace falta caer en la germofobia», añade Peiró alertando también de los peligros de abusar del gel hidroalcohólico.

Para el investigador de Fisabio, Salvador Peiró, va a ser uno de los grandes cambios tras la pandemia, quizá no el más rápido pero «sí se debería trabajar en una nueva regulación de máximos de CO2 y hacer cambios en los equipamientos de aire para garantizar una suficiente renovación en espacios sanitarios, pero también colegios, discotecas, cines, teatros y otras instituciones», apunta. Igual que pasó con la legionella y el cambio en la legislación de las torres de refrigeración, el SARS-CoV-2 «debería suponer un antes y un después en vigilar la calidad biológica del aire en espacios interiores y de CO2». Mientras se mejoren los equipos de ventilación y los filtros biológicos HEPA, se debería mantener la costumbre adoptada de «ventilar espacios».

Un punto en el que todos los preventivistas están de acuerdo y sobre el que el Gobierno ya se ha puesto a trabajar: mejorar y dar más cariño (en recursos humanos e inversión económica) a los sistemas de vigilancia epidemiológica. «Están bien pero es el momento de dar el salto y hacerlos más eficientes, rápidos y ágiles integrando también información de condicionantes sociales, por ejemplo», explica Hernández. Para Peiró también es capital que los dos años de pandemia sirvan para mejorar este instrumento «integrando varias sistemas a la vez, como los laboratorios o los sistemas centinelas sin olvidar la secuenciación y mantener también la información que nos ha venido dando las aguas residuales y que nos daban pistas dos semanas antes», explica.

Ambos están de acuerdo en que ahora es el momento de fortalecer estos sistemas «por lo que pueda venir».

Dentro del capítulo de lecciones aprendidas y al mismo nivel de la mejora de los sistemas de vigilancia, el epidemiólogo Salvador Peiró apunta que sería adecuado tener listo «cierto estocaje de equipamiento», después de haber aprendido a las malas lo duro que es conseguir material cuando los mercados han quebrado. «Estaría bien tener almacenes intermedios con material y una logística propia para ir reponiendo y que no caduque y también, aunque es más difícil, una capacidad de producción nacional o europea. No depender tanto de China».

Junto a la inversión en Salud Pública, los expertos no se olvidan de los agujeros en la Atención Primaria que ha dejado a la vista la pandemia y la necesidad de cubrirlos, con dinero y recursos humanos. «La línea de fractura en la Atención Primaria ha sido muy evidente», resume Peiró. El colapso de los centros de salud ha dejado una huella en la atención en crónicos, por ejemplo, todavía por evaluar. Los dos están de acuerdo en que una buena manera de «invertir» en la Primaria será también adoptar «formas de trabajar y cosas que han funcionado» en la pandemia, según Hernández, como la telemedicina o «la coordinación con las residencias».

Más allá de la cuestión puramente epidemiológica o asistencial, el catedrático de Medicina Preventiva Ildefonso Hernández añade a su particular carta a los Reyes Magos otras cuestiones para él igual de importantes a mantener, por ejemplo el que haya una voz técnica y autorizada para trasladar mensajes en pandemia. «Tener una voz autorizada comunicando es algo que funciona bien, además alguien que no sea quien toma las decisiones políticas sino una voz científica que responda a cuestiones de salud pública» sobre todo en tiempos de «noticias falsas y bulos», apunta.

Por último y entre estas cuestiones paralelas a las puramente sanitarias, Hernández añade una última: «Mantener y defender el patrimonio colectivo que supone el sistema de salud público». Para el catedrático de Salud Pública, conseguir los niveles de vacunación a los que se han llegado ha sido gracias a «un trabajo de muchos años y de la confianza de la gente. Necesitamos cuidar del sistema valenciano de salud. Tiene defectos pero es un patrimonio a mantener». En este sentido, Hernández aboga por mantener más allá del momento crítico de la pandemia el colchón de protección social desplegado por el gobierno. «Es bueno que se mantenga en el tiempo las políticas para que nadie quede atrás».