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González Pons, a la tercera vez no se quedó con la miel en los labios

El valenciano estuvo cerca de ser ministro y de liderar la lista popular a Europa. También ha visto cómo los casos de corrupción pasaban cerca sin tocarle

González Pons, entre Juan Carlos Vera y Cuca Gamarra, en Sevilla.

Había estos días miradas de reojo en la delegación valenciana en el congreso de Sevilla (con más o menos ironía según la afinidad personal) por si el pasado volvía a repetirse. Pasaban los días y no salía la bolita con el nombre de Esteban González Pons. Para muchos tenía que ser la de la secretaría general, porque era lo que pudo haber sido en 2018, pero ya antes de Sevilla se resolvió que no, que esa función era para la superviviente Cuca Gamarra, que sigue viva después de estar al lado de dos líderes caídos (Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado). Talismán no parece que sea.

Después Génova deslizó en voz baja que Gamarra no tendrá tanto poder como otros en el pasado en este cargo porque tendría el contrapeso de un (o una) coordinador general. Volvió a pensarse en el eurodiputado y, de nuevo, agua. Fue empezar el congreso y explotar ese globo. Feijóo también adelantaba el elegido: el andaluz Elías Bendodo.

Así que empezaron a surgir miradas intencionadas que querían decir que a ver si iba a haber una tercera ocasión. A ver si el valenciano iba a quedar, otra vez, con la miel en los labios. Porque van dos en que un presidente del PP sorprende ingratamente a González Pons. Sucedió en 2011, cuando sonaba, y mucho, como ministro de Mariano Rajoy, ya que llevaba desde 2008 en su equipo de dirección. La mayoría de aquella cúpula dio el salto al Gobierno. Él lo esperaba. Algunos aseguran que tenía un ministerio prometido. Pero nada. Tuvo que continuar en Génova. Y sucedió de nuevo en 2014. Parecía que iba a ser el número uno de la lista del PP al Parlamento Europeo ycolocaron al exministro Miguel Arias Cañete por delante. Así que cuando en 2019 le volvieron a situar a Dolors Montserrat como cabeza de cartel ya sorprendió poco. Por aquel entonces el valenciano ya no estaba además en la cresta de ola orgánica y estaba muy refugiado en Bruselas.

Ahora le toca regresar. Estará al frente de una vicesecretaría por tercera vez. Será con un rango superior: responsable de Institucional (una cartera que ahora no existía), que incluye bastante de todo. Marcará con Feijóo las líneas de la relación con el Gobierno de España y la política europea e internacional del PP. Es un puesto más de pensamiento que de acción directa. Como quería.

Ajeno a los casos de corrupción

Una de las razones que en alguna ocasión se ha sugerido para explicar que Rajoy no terminara de depositar toda su confianza en el valenciano (al menos, como para hacerlo ministro) ha sido la proximidad de los casos de corrupción que dejaron al PP valenciano marcado. La corrupción (la propia, al menos) ha sido pasado en este congreso de Sevilla. Ni mención directa ni indirecta. Ni siquiera a pesar de que la guerra de Casado y Ayuso estalla por una acusación de posible corrupción de la madrileña.

González Pons fue parte de los gobiernos de Francisco Camps en los que pocos se libraron de alguna imputación judicial. Fue conseller de Educación y Cultura a partir de 2003. Luego portavoz y titular de Comunicación y Relaciones Institucionales cuando se preparaba la visita del papa a València, por la que algunos de los que estaban alrededor han sido condenados, como el entonces director de Canal 9. Incluso estuvo al frente de una cartera valenciana tan codiciada como Territorio y Vivienda. Acuñó entonces una de sus frases más recordadas: el urbanismo “verde por fuera y rojo por dentro”, modelo "sandía". Pero incluso tras esa experiencia no se ha visto involucrado en ninguna investigación judicial, como otros excompañeros de gabinetes.

Político de ingenio y gracia, con una máquina de construir frases lapidarias y titulares de prensa en la cabeza, en los últimos años la libertad y el conocimiento de otras experiencias asimilados en Bruselas le ha permitido virar hacia posiciones más reflexivas y desmarcarse incluso de posiciones de partido en defensa de planteamientos de futuro. Sucede con la ampliación del puerto de València, que ha criticado. Esa distancia y vuelo libre le ha permitido también debutar como novelista. Tras Ellas, en otoño debe llegar la segunda novela, con trasfondo parlamentario y, seguro, dobles (y triples) lecturas del político de camisa blanca, si es que sus nuevas obligaciones no lo impiden.  

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