El pleno del Consell finalizó ayer con abrazo más fuerte de lo habitual y una despedida emotiva, aplauso incluido, al ya exconseller de Educación, Vicent Marzà. El encuentro semanal del ejecutivo autonómico estuvo marcado por las previsibles salidas de algunos de sus miembros, la ya conocida de Marzà y las todavía incógnitas. Por si acaso a alguno de los afectados no le diera tiempo a decir adiós, «nos hemos abrazado un poco más de la cuenta», admitió Mónica Oltra en la rueda de prensa posterior.

Más allá de que hubo dosis extra de cariño por si acaso, si algo dejó claro la portavoz del Consell es que la de ayer no será la última reunión de gobierno para los miembros de Compromís, sin contar, lógicamente, con el dimisionario Marzà que sí que cerraba su etapa en el ejecutivo. «Con el cambio del conseller Marzà daría por cerrados los cambios en la parte del Consell que yo puedo representar», expresó la vicepresidenta respecto a la cuota de la coalición valencianista.

Esto supone garantizar la continuidad a falta de un año de elecciones de Mireia Mollà, Rafael Climent y la propia Oltra al frente de Agricultura, Economía y Políticas Inclusivas. En las incógnitas ya se habían descartado los dos responsables de Unides Podem quienes hicieron su cambio en septiembre con la entrada de Héctor Illueca por Rubén Martínez Dalmau.

Los arriba mencionados podrán desconectar durante el fin de semana y saber que no serán parte de las modificaciones que Ximo Puig vaya anunciando a lo largo del sábado. Esto incluye a la propia vicepresidenta, portavoz y consellera de Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, en el ojo del huracán para la oposición por su más que probable imputación por el TSJCV ante la gestión de su departamento en el caso de abusos sexuales a una menor tutelada.

Su situación judicial, no obstante, no genera dudas dentro del Consell, según expresó ella misma. Así, tras una semana llena de turbulencias, Oltra aseguró sentirse «plenamente respaldada» no solo por su partido sino también por sus compañeros en el Consell. «No hay dudas, no hay incógnitas, del seno del Consell nadie me ha trasladado ninguna incógnita, están todas despejadas», se defendió la portavoz y referente de Compromís en el ejecutivo blindándose ante cualquier movimiento de sillas.

Sus palabras fueron el anticipo para dar por zanjada la polémica con su homóloga en el departamento de Justicia, Gabriela Bravo. El martes, durante una entrevista en la COPE, Bravo dijo que ella dimitiría en una situación en la que se comprometiera la institución, lo que se entendió como una sugerencia a Oltra para que se fuera y que encendió las críticas en Compromís. Ya 72 horas después y con la consellera de Justicia matizando sus palabras, la vicepresidenta dio por finalizado el asunto al entender que Bravo «se ha desdicho», ante lo que se mostró «satisfecha».

También rechazó que se sienta presionada tras el adiós de Marzà remitiéndose a sus palabras del miércoles por la tarde. Una de las interpretaciones de la dimisión del exconseller de Educación es la de obtener un mayor perfil orgánico como posible sustituto de Oltra de cara a una candidatura en 2023 en caso de que el desgaste de la vicepresidenta le obligue a dar un paso atrás algo que la vicepresidenta no contempla.

Y mientras la oposición señala los cambios del Consell como un fin de ciclo y una situación de inestabilidad, Oltra insistió en darles una pátina de «normalidad». «Esta última parte de la legislatura es la de la reconstrucción, es la de recuperarnos a nivel social, económico y anímico», fueron sus justificaciones de los cambios.

Sobre los tiempos y la diferencia de plazos entre la parte socialista y Compromís indicó que «cada uno tiene su ritmo», que los tiempos «han sido diferentes», pero que los cambios se harán «en un solo acto». En este sentido, expresó que la voluntad es que los cambios se resuelvan a lo largo de este sábado por la mañana.