Los valencianos comíamos regular antes de la pandemia y ahora lo hacemos mal. No seguimos, por tanto, la tan loada 'dieta mediterránea', un patrón del que nos vamos alejando pese a ser una de las grandes huertas de Europa. Desayunamos mal, comemos pocos productos frescos, las legumbres escasean de nuestros platos y el estrés nos empuja a consumir comida rápida. Así lo dice el segundo informe ¿Cómo comemos en la Comunitat Valenciana? del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa, que ha presentado hoy con motivo del Día de la Nutrición que se celebra el próximo 28 de mayo. La valoración general del colectivo de nutricionistas sobre la alimentación de los ciudadanos de la Comunitat Valenciana ha bajado de una puntuación media de 6 en 2018 a un 3 en 2021. Tal y como ha anunciado el presidente del CODiNuCoVa, Luis Cabañas, “a pesar de que podíamos sospechar que la pandemia había influido para mal en nuestra dieta, los resultados son mucho peores de lo esperado”. “Ni siquiera rozamos el aprobado. Hemos dado demasiados pasos atrás en aspectos como el sedentarismo, la calidad de la alimentación, conductas sobre ella compulsivas y, al final, redunda en mayor obesidad. En definitiva, hemos perdido calidad de vida y, por tanto, contamos estos pasos como años de vida potencialmente perdidos”, explica Luis Cabañas. Unas conductas que llevan camino de provocar una disminución de la esperanza de vida a medio y largo plazo.

España es el tercer país del mundo y el primer país de Europa en cifras de obesidad infantil. El dato sirve para contextualizar el resultado del informe de ¿Cómo comemos los valencianos? Los datos, sin embargo, no se pueden comparar con los del resto de autonomías, al no haber ningún estudio reciente similar. Este “suspenso” tiene su reflejo en las consultas de nutrición, que han detectado un aumento de los casos de exceso de masa grasa entre sus pacientes. “Aunque los datos oficiales nos dicen que el sobrepeso afecta a un 36% de la población valenciana y la obesidad a un 18% de hombres y un 14% de mujeres, desde el colectivo podemos afirmar que estas cifras son, casi con total seguridad, superiores. Hay que crear ya una conciencia de prevención y diseñar acciones concretas que ayuden a reducirlas. Y los nutricionistas debemos estar en esa ecuación”, ha añadido el presidente del CODiNuCoVa en referencia a la falta de plazas públicas en Sanidad destinadas a dietistas-nutricionistas, solo 8 en toda la Comunitat. La publicidad, aseguran desde este colegio, sigue siendo muy dañina.

La falta de recursos y de educación provoca que en los barrios más pobres se coma peor

Se incrementa el consumo de bollería y ultraprocesados en menores de edad. Las redes sociales influyen de manera directa en las elecciones de alimentaciónde los más jóvene, mientras que se observa una ligera mejora de hábitos a partir de los 45 años. A mayor edad, mayor consumo de productos frescos, carne, pescado, verduras, frutas y hortalizas. Las personas de 60 a 75 años, el colectivo cuya alimentación es más variada y equilibrada, según el CODiNuCoVa.

Los menores de 18 años vuelven a ser la franja de población cuya alimentación es peor valorada, principalmente por las malas elecciones de compra de las familias, debido a causas que van desde la publicidad engañosa a la creencia de que los niños deben comer cosas diferentes a los adultos. “Si algo no es sano para ti, tampoco lo es para tu hijo o hija” recuerda Inma Girba, vocal de Restauración Colectiva del CODiNuCoVa, que añade que el desayuno continúa siendo la peor ingesta que realizan los menores “compuesto por productos con exceso de azúcar y ultraprocesados”. Por lo que se refiere a los jóvenes de 18 a 30 años hay que acudir a la falta de tiempo o a la mala organización de las comidas como el motivo de que su alimentación no sea considerada “buena”, seguido de las comidas fuera de casa, mientras que en la franja de 30 a 45 años el cansancio comienza a aparecer como tercer motivo de la mala alimentación.

En cuanto a los alimentos o productos consumidos, aumenta la presencia de bollería, dulces y ultraprocesados en la dieta de la población infantil, que sigue teniendo importantes carencias en cuanto a consumo de fruta, verduras y hortalizas, legumbres y pescado. “En definitiva, no cuentan con una dieta variada y equilibrada”, señala Inma Girba.

De los 18 a los 30 años los nutricionistas de la Comunitat Valenciana detectan un aumento del consumo de pasta y arroz respecto a hace 4 años, y también de carne y de comida rápida y productos congelados.

Respecto a la población de 30 a 45 años, empeora la percepción que los dietistas-nutricionistas tienen de su alimentación. Mejoran en cierta medida los desayunos, aupados por una corriente healthy, pero empeoran las cenas por falta de tiempo y una vez más, malas elecciones en las compras. “Hace falta mucha educación alimentaria para que el consumidor tenga las herramientas para escoger aquellos productos que son beneficiosos para su salud”, indica la nutricionista.

“A partir de los 45 años nos encontramos con un cambio en la alimentación de los y las valencianas: aumenta el consumo de carne, pescado, frutas, verduras y hortalizas respecto a los más jóvenes y, en líneas generales, su alimentación es más variada y equilibrada”, explica Inma Girba, a pesar de que en todas las franjas de edad existe una cuenta pendiente con las legumbres “que deberíamos consumirlas entre 3 y 4 veces por semanas”. Entre los 45 y los 60 años se detecta, una carencia de lácteos y huevos y aparece el cansancio como motivo a la hora de saltarse la cena, la peor ingesta que realizan los adultos.

Junto al aumento de las consultas de casos de obesidad y sobrepeso también se han incrementado las de aquellas personas que padecen alguna enfermedad o problema de salud relacionado con la alimentación. “Esto nos indica que comienza a calar el mensaje de que la alimentación es parte del tratamiento de determinadas patologías y que, poco a poco, la población demanda de la atención de un profesional de la alimentación para abordar estos problemas de salud”, ha añadido Cabañas. “Y lo conveniente”, añade, “sería que pudiera ser atendido desde un centro de salud o un hospital público”.

Un cóctel nada recomendado: Covid, aislamiento y sedentarismo

El informe no es ajeno a las consecuencias que la pandemia ha dejado en los hábitos de alimentación de los y las valencianas. Y es que la mayoría de nutricionistas consultados opina que la alimentación durante 2020 y 2021 empeoró, principalmente debido al confinamiento, las restricciones de movilidad y la limitación de reuniones. “El pasar más tiempo en casa nos ha hecho comer peor”, indica Luis Cabañas. Visitas a la nevera, hambre emocional o aburrimiento suplido con comida han sido bastante habituales. Pero también las situaciones de estrés y ansiedad generadas por la pandemia que han provocado un aumento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). De hecho, desde el CODiNuCoVa insisten en que ya se están viendo las consecuencias del Covid en aspectos relacionados con la alimentación principalmente en 3 direcciones: un aumento de la obesidad y el sobrepeso, un aumento de casos de TCA en gente joven, y un mayor incremento de patologías crónicas y, por tanto, de pérdida de calidad de vida. “Se han incrementado las conductas de alimentación compulsiva y también se han adquirido hábitos nocivos difíciles de modificar, como el aumento de la ingesta de ultraprocesados o el sedentarismo”, ha indicado el dietista-nutricionista.