«Los cambios bruscos son normales en nuestra zona, pero cada vez lo son más», reconoce Samuel Biener cuando se le pregunta si, como comentan muchos, parece que este año hayamos pasado en la Comunitat Valenciana del invierno al verano sin parar en la primavera. «Me quedo con que ha habido mucha lluvia y que en zonas del norte de Alicante y el sur de Valencia ha llovido en un mes lo mismo que en un año en A Coruña», explica. «Ha sido una primavera extraordinaria -defiende- porque ha habido de todo: calima en marzo, récords de lluvia en abril y ambiente de principios de verano a finales de mayo». Aun así, otra advertencia: «Tendremos que acostumbrarnos a estos cambios extremos porque probablemente son una manifestación del cambio climático en nuestra tierra».

En este cambio, Biener subraya el efecto de las «islas de calor» urbanas, «cuando el asfalto retiene el calor y hace que ciudades como València o Alicante marquen dos o tres grados más que las zonas periurbanas. Ahí no se baja de 20 grados entre junio y septiembre, y eso es una barbaridad».