En estas jornadas de intenso calor en toda España, las noticias se centran en los valores máximos que se pueden alcanzar. Interesa saber si se superarán los 47,4º C que se registraron hace un año en Montoro (Córdoba) como record de temperatura más alta de nuestro país. El mantenimiento de temperaturas tan altas durante varias jornadas es un grave problema para la vida en general (animales, plantas, seres humanos) porque no se está acostumbrados a estos umbrales térmicos tan elevados. Pero tan grave, o más, como el hecho de soportar las temperaturas máximas es el mantenimiento del calor por la noche. Esto es lo que genera más disconfort térmico especialmente en el ser humano que no puede “refrescar” el cuerpo por la noche, en el momento del descanso y del sueño. Es por la noche cuando se agravan las situaciones de ahogo y la ansiedad por la falta de descanso debido al calor. Algunos investigadores venimos señalando que en los umbrales de temperatura que se manejan para lanzar las alertas por calor, en situaciones como la que estamos viviendo, además de los registros de temperatura máxima, se debería tener en cuenta el valor de la temperatura nocturna que es la que determina la falta de confort. En zonas de España donde soplan vientos catabáticos -por ejemplo, el viento de poniente en el centro y sureste del litoral mediterráneo- estamos acostumbrados a registrar valores extremos de temperatura a mediodía o primeras horas de la tarde que llegan a ser incluso más elevados que los que se alcanzan en las jornadas de olas de calor. Pero por la noche las temperaturas suelen caer de golpe y se permite el descanso. Pero cuando llega el aire sahariano lo peor es el calor nocturno, el registro de noches tropicales y ecuatoriales, con termómetros que no bajan de 24-25º C. Ahí está la clave principal del efecto sobre la salud humana de estas olas de calor saharianas.