El enclave forestal del incendio originado el lunes ha sufrido hasta tres grandes fuegos en las últimas cuatro décadas.En 1992 se quemaron de forma intencionada 3.320 hectáreas, alcanzando también a Domeño. Ya entonces el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) destacaba en su informe posterior la dificultad de regeneración en algunos puntos por la enorme pendiente del espacio natural.

Alertaban además los investigadores del riesgo erosivo de la zona por las abundantes cárcavas y barrancos.Una complicada orografía que ha vuelto a dificultar el control de las llamas, como recordaba a las horas de su inicio el secretario autonómico de Emergencias, José María Ángel.

Apenas dos años después, en 1994 se repetía la situación, esta vez por una negligencia de una máquina agrícola. Ardían 5.400 hectáreas en un desastre gestado el 26 de mayo en Calles que se unía al detectado el 2 de junio en Chulilla. La mayor parte de la superficie quemada, un 90 % aproximadamente ya había estado afectada en 1979. De ahí que el CEAM alertara de las escasas posibilidades de recuperación del pinar al ser los ejemplares demasiado jóvenes y no haber desarrollado piñones viables.

Como señala José Antonio Alloza, del programa de Investigación Forestal del CEAM, «la recurrencia es un factor que limita la regeneración» natural posterior. Pese a ello, hace hincapié en que también hay que considerar «el tiempo transcurrido entre los incendios». Las plantaciones jóvenes se queman sin semillas.

Superficie y gravedad

Lo cierto es que el CEAM está ahora centrado en estos momentos en la valoración del incendio de Venta del Moro, que arrasó 1.400 hectáreas entrando además en el Parc Natural de las Hoces del Cabriel. «Supongo que más adelante también evaluaremos este incendio en función de su superficie y gravedad», según Alloza.