En solo 15 minutos un infierno con vientos superiores a los 90 km/h y temperaturas de hasta 40 grados se desató en el recinto del Medusa Festival de Cullera. Una tormenta seca derribó sobre el público varias estructuras del escenario principal y de la gran puerta de acceso, y provocó el caos en todo el recinto. Eran las 4,18 de la madrugada del viernes al sábado, y una furibunda tormenta de arena sorprendía a los cerca de 50.000 jóvenes que asistían al evento.

Las fuertes rachas de viento hicieron volar varias piezas del escenario principal y tumbaron pantallas y otros elementos sobre los sorprendidos y aterrados asistentes. Como consecuencia de los devastadores efectos del vendaval, un joven de 22 años de la localidad manchega de Daimiel resultó muerto, y cerca de 40 personas más heridas. De estas últimas, se trasladaron a 32 afectados a diversos centros hospitalarios.

De todos ellos, 4 jóvenes quedaron ingresados, incluidas una chica de 19 años con la columna vertebral rota que estaba en la UCI a la espera de ser operada en el Hospital de la Ribera. En el Clínico de València están ingresadas otras dos mujeres de 19 y 20 años, con fractura de tibia la primera, y de pelvis, la segunda. El otro herido fue derivado al Hospital de Sant Joan. El resto de lesionados fue dado de alta.

Un buen número de asistentes al Medusa Festival de Cullera han mostrado en redes sociales, y en testimonios a Levante-EMV, su malestar porque entienden que el espectáculo musical debería haberse suspendido horas antes de la tragedia.

De hecho, según testigos presenciales hacia las 21,30 horas, cuando actuaba el DJ Steve Aoki, se descolgó y cayó un pieza del escenario central, que no causó heridos pero sí sembró la inquietud entre los presentes. Además, también antes de que se produjese el reventón térmico que provocó la desgracia, se han visto vídeos de algunas de las estructuras y pantallas del recinto temblando por el viento mientras los jóvenes bailaban ajenos al peligro.

Cuando se desata la tormenta de arena y objetos voladores, a las 4 de la madrugada, fragmentos grandes del escenario principal empiezan a caer sobre los asistentes. Las pantallas gigantes tiemblan y apenas resisten el envite del vendaval. Las estructuras de la puerta principal también caen. El caos y el miedo se apodera de los presentes.

El relato de una asistente describe un panorama dantesco a este diario: «empezó a levantarse muchísima arena y a hacer aire. Fue de repente. Se metía en los ojos y te impedía ver. Mi novio me tuvo que coger porque no podía avanzar por el aire». El suelo y el aire quemaban, a más de 40 grados de temperatura, por eso la situación era asfixiante e irrespirable.

Pánico, lágrimas y carreras

Mientras amainaba lo peor de la tormenta, las luces, la música y el sonido se apagaron. Los escenarios se volvieron mudos y oscuros. La organización y la policía dio orden de desalojar. Aunque se dieron escenas de pánico, nerviosismo, lágrimas y carreras, los asistentes lograron salir de forma ordenada y rápida, en apenas 40 minutos. Gracias también al dispositivo de 800 agentes que había desplegado la Guardia Civil.

Mientras el público marchaba, se comenzó a oir el sonido de las sirenas de la policía y de las ambulancias, que se acercaban al lugar para atender y trasladar a los heridos.

Otros testigos narran que a medida que iban evacuando, se pudo ver a algunos chicos retirando estructuras o elementos que amenazaban con caer y podrían herir a terceros. Una vez alejados fuera del peligro, muchos jóvenes se preguntaban porqué no habían resistido las estructuras de unos escenarios teóricamente preparados para soportar fenómenos climáticos adversos.

En esa línea, el capitán de la Benemérita de la Comandancia de Sueca José Vicente Ruiz describió lo ocurrido como un «huracán», «una serpiente de rachas de viento rápidas y virulentas». Ruiz destacó la excelente coordinación que hubo entre la Guardia Civil, la Policía Local, Protección Civil y la seguridad privada del festival. No en vano, en un tiempo récord se evacuaron a miles de personas sin más incidentes.

Tras los tristes sucesos, la organización se vio obligada a suspender el festival aunque por la mañana era reticente a hacerlo. Fue entonces cuando los participantes en la gran cita musical, conmocionados por lo ocurrido y con el susto en el cuerpo, empezaron a abandonar las instalaciones complementarias del espacio de conciertos.

Desalojo del camping

De hecho, el camping fue también desalojado por seguridad y quienes tenían entrada hasta el lunes fueron realojados en un espacio seguro. El propio alcalde de la localidad Jordi Mayor afirmó a la prensa que el festival contaba «con todos los permisos legales y garantías administrativas». «La autorización que se expidió estaba completamente ajustada a la ley» apuntó. Esta fue su respuesta la prensa cuando se le preguntó si se había planteado en algún momento suspender el festival por las condiciones climáticas de calor extremo que sufre la Comunitat este fin de semana.

De hecho, el espectáculo pirotécnico de la medianoche previsto en el Medusa sí se suspendió por el riesgo de incendio, tal como estipuló la Generalitat, y ante el peligro de que pudiese generar un siniestro forestal.

Cullera ha decretado dos días de luto oficial por la muerte de este joven y el alcalde expresó sus condolencias a la familia al tiempo que deseó la pronta recuperación de los heridos. En la misma línea, el secretario autonómico de Seguridad y Emergencias José María Ángel señaló que el evento cumplía todas las medidas de seguridad. Mientras, la Policía Judicial de la Guardia Civil así como el juzgado de guardia de Sueca se han hecho cargo de la investigación para esclarecer las causas concretas de lo sucedido. Ayer mismo, los investigadores ya realizaron una inspección ocular y el juzgado ha abierto diligencias en relación al suceso.

La Generalitat, asimismo, ha activado el teléfono único 900 365 112 para atender a familiares y afectados. Hasta Cullera, se desplazaron la delegada del Gobierno Pilar Bernabé, la consellera de Justicia Gabriela Bravo, el conseller de Sanidad Miguel Mínguez y el secretario autonómico de Turismo Francesc Colomer.

Bolaños siembra dudas

La versión oficial por parte de las autoridades valencianas es que el reventón térmico que azotó el recinto de conciertos constituye un fenómeno climático imposible de prevenir.

Bravo detalló que, tras la reunión de coordinación por la alerta de fenómenos meteorológicos extraordinarios, la previsión era que el viento «huracanado» pudiera darse «en el interior y no tanto en el litoral, donde estaba previsto riesgo por calor». «Lamento esta horrible desgracia ocurrida en nombre del Consell y queremos mostrar nuestro total apoyo a la familia del chaval fallecido y a las personas hospitalizadas», dijo.

Por último, el ministro de Presidencia Félix Bolaños declaró a Efe que ahora lo que tienen que hacer las autoridades competentes «es ver exactamente lo que ha ocurrido y ver si se tuvo que tomar alguna decisión que evitara lo que ocurrió». Es el momento de que las autoridades recopilen toda la información necesaria, matizó.