Calentología es como llamamos algunos a ese hecho según el cual tienes que comprar todo el paquete mediático y político que dice que tienes que creer que todo lo que se dice sobre el cambio climático es cierto. Creer que todo lo que pasa en este mundo es culpa de un ser superior llamado cambio climático del que todos somos responsables, pero a la vez no lo es nadie, resulta obligatorio para no ser tildado de negacionista anticientífico o “facha”. Sin resultar conspiranoico a la clase política y a la élite económica le resulta muy útil, ya que sirve como excusa para no actuar en cosas que sí están a su alcance en una escala local o regional y para justificar cualquier tipo de decisión, aparte de para tenernos constantemente amedrentados. Creo firmemente que nos estamos cargando el planeta, que nuestra depredación de recursos es vergonzosa y que debemos cambiar un modelo productivo, que más allá de lo que influya, que, seguro que lo hace, en el clima, contamina el planeta y genera efectos perniciosos en todos los seres que lo habitan, incluyéndonos a nosotros mismos. Creo que en los récords climáticos que se están dando en los últimos años, aunque insisto en limitarlos a los más que cortos registros objetivos, y no a toda la historia de la Tierra, pero no creo en absoluto en profecías de futuro que tienen base científica, pero que no reconocen que están limitados y que pueden dar efectos contraproducentes en la opinión pública si no se acaban de producir por exceso o por defecto. No todo es blanco o negro en estas cuestiones y creo que somos muchos los que nos consideramos en algún punto intermedio, cada uno el suyo, entre la “calentología” y el negacionismo.