Una niña de unos 14 años peinada con una coleta se acerca avergonzada hacia Toby. Este matemático inglés es el voluntario de Amigos de la Calle que reparte alimentos en València, en un parque del barrio de Les Tendetes. LLega, le saluda, y señala a su madre, sentada en un banco un poco más atrás (y más avergonzada que ella). "Mi mamá dice que cómo nos podemos apuntar".

La pobreza es una mochila pesadísima que atormenta a quien la lleva. O, en este caso, es un carrito de la compra. Como el que llevan las madres que hacen cola frente a la furgoneta de Toby que reparte comida. Todavía no hay cole, así que llevan a sus hijas e hijos de la mano, que corretean y juegan mientras las mamás esperan su turno.

En la cola del reparto de alimentos hay de todo, pero fundamentalmente madres y padres con niños pequeños. Más que de costumbre. Así lo aseguran las principales entidades de reparto de alimentos de la C. Valenciana, que alertan sobre esta realidad y sobre el invierno duro que se aproxima para los que ya están al límite del abismo. "Este va a ser un invierno duro. Ahora mismo atendemos a 64.000 personas, pero si tantas familias se siguen dando de alta a este ritmo, no descarto que en navidades lleguemos a 70.000", afirma Jaime Serra, director del Banco de Alimentos de València.

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La crisis energética y la inflación llenan las colas del hambre de València Fotos: Miguel Ángel Montesinos.

Toby reparte junto a Juan y Concha, también voluntarios. Son una asociación pequeña, ciudadana, y que reciben la comida de donaciones como las de la oenegé Ayuda a una Familia, de Paterna. En una hora ha quedado vacía la furgoneta que han traído llena hasta los topes. Hoy han repartido, además de productos básicos, refresco de naranja gracias a una donación que recibieron.

El usuario mayoritario del banco de alimentos es una joven de 25 a 40 años, muchas de ellos con niños a cargo, la mayoría con trabajos precarios, mal pagados y en condiciones de explotación. "Y subiendo", recuerda Serra. Están observando muchas familias que vienen por primera vez al banco a darse de alta. "Ayer fueron 436 solo en la Pobla de Vallbona", cuenta.

Al menos tienes trabajo

Marina es argentina, tiene una niña pequeña de unos 7 u 8 años, que corretea por el parque feliz sin entender bien lo que pasa. Ella es un perfil muy recurrente en los bancos de alimentos, inmigrantes sudamericanos recién llegados a España. Ella aterrizó con su marido español hace cinco meses. Este tiempo ha estado trabajando limpiando casas, en negro y por un sueldo de miseria que da para poco más que pagar el alquiler.

Ella, como muchas familias que acaban pidiendo comida, llegó a la asociación gracias a su vecina peruana, también usuaria y que le recomendó ir. Estas entidades se llenan a través del boca a boca. Y la situación en los barrios es tan mala que el boca a boca cada vez corre más rápido. "Ese perfil, de matrimonios o madres jóvenes con niños va a más. Sobre todo son gente que viene de países de Sudamérica, pero también hay familias españolas", asegura Carmen Allendes.

Valencia. Reparto de alimentos a familias con hijos Miguel Angel Montesinos

Vanesa ha pasado de ser abogada en Colombia a pedir alimentos en España. "Imagínate el cambio, todavía estoy acostumbrándome. Ahora estoy con el papeleo para que me puedan homologar el título aquí en este nuevo país", cuenta. Dice que a pesar de todo está contenta porque el sistema de ayudas en España es muy eficiente, pero sobre está feliz porque ha escapado de las palizas de su marido. Ese es el motivo por el que tuvo que emigrar con sus dos niños a cuestas.

Las familias llegan con un carrito de tela (o bolsas si son jóvenes fuertes) y se ponen a hablar con algunas conocidas en la cola. La mayoría tienen trabajo, casi ninguna recibe ayudas ya que muchas están irregulares, y todas buscan la manera de tirar para delante ante un futuro que da miedo y un pasado que, lejos de sacarlas del hoyo, las ha metido un poco más. "Lo hemos visto en primera línea, desde 2010 que nacimos la cosa no ha mejorado, se ha empalmado una crisis con otra. Y la gente no sabe lo complicado que es salir de la pobreza. Es muy difícil" afirma Carmen Allendes, de Amigos de la Calle.

Abastecimiento de comida

La furgoneta que conduce Toby pertenece a una asociación pequeña que, de hecho, se dedica a ayudar a personas sin hogar, pero que ha duplicado esfuerzos por la situación y las demandas que llegan a la sede. Allendes se sincera y cuenta que "nosotros vivimos de donaciones y algunas semanas no podemos dar aceite porque está caro. Dependemos de eso y nos vemos que podemos llegar a tener problemas para repartir a todo el mundo", explica.

Sin embargo no hay que activar las alarmas, ya que el Banco de Alimentos de València no va, ni de lejos, agobiado. "Nos preparamos muy bien para esta situación y nos anticipamos. Ahora mismo tenemos 600.000 kilos de comida, y la semana que viene nos entregarán 1.074 palets de la Comunidad Europea con alimentos básicos. No vamos a dejar de dar de comer a la gente", afirma Serra. Aunque ojalá pudieran dejar de hacerlo.

Serra sabe que este invierno va a ser duro, y mucho. "En 29 años de trayectoria no he visto nunca un incremento de familias tan grande como el de este verano y el mes de septiembre. Nunca", recalca. Allendes remarca que "al final esto es un parche en una herida grande y que esto no le soluciona la papeleta a nadie. Pero al menos les decimos que no están solos, y que les vamos a dar un poco de ayuda con una cesta de comida. Tratamos de hacerlo lo mejor posible", explica.

Valencia. Reparto de alimentos a familias con hijos Miguel Angel Montesinos

La mamá de la niña de 14 años ya se ha acercado a Toby para apuntarse a la lista de beneficiarias de alimentos. El matemático es una persona genuinamente graciosa, y con tres tonterías consigue sacar una sonrisa a la madre y a la niña, para que se sientan a gusto y levanten un poco la cabeza. "Las primeras veces son duras para la gente. Llegan emocionalmente heridas. Piensa que hasta ahora tenían cómo resolver su vida, y de repente tienen que pedir ayuda. Eso es muy duro", dice Carmen. En seguida Toby les da las bolsas, hace alguna broma más y le explica que estarán ahí para lo que necesiten. Está claro que no conseguirá que dejen de sufrir sus agobios. Pero ayudan.