Antonio de la Torre vuelve a València para cumplir con dos actuaciones en la Rambleta. Junto a Natalia Hernández y Juan Carlos Villanueva, protagonizaran los próximos 24 y 25 de septiembre 'Un hombre de paso', la adaptación teatral de la obra 'Un vivant qui passe', de Claude Lanzmann.

La obra, dirigida por el cineasta Manuel Martín Cuenca y con la dramaturgia del director de cine Felipe Vega, va un paso más allá en la reflexión sobre el Holocausto para volverlo "tremendamente contemporáneo".

Así, 'Un hombre de paso' confronta la experiencia diametralmente opuesta de dos hombres que estuvieron en el mismo campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial: uno como víctima y otro como testigo, ha indicado el teatro en un comunicado.

El relato de la obra se sitúa en el bar de un hotel de Turín en 1984, donde se encuentran tres personajes. Por un lado, el químico y escritor italiano Primo Levi -interpretado por Juan Carlos Villanueva-, superviviente del campo de exterminio de Auschwitz.

Por otro, el antiguo miembro suizo de la Cruz Roja Internacional Maurice Rossel -al que da vida Antonio de la Torre-, quien visitó el campo y emitió un polémico informe que no informaba de la situación real.

El tercer personaje es Anna, una periodista --en la piel de Natalia Hernández-- que entrevista a Rossel a propósito de su informe y su visita a Auschwitz como representante de la organización humanitaria. Perfectamente informada de todo lo escrito por el miembro de la Cruz Roja, tiene también información de lo que en realidad ocurría allí y someterá a Rosell a un asedio incisivo.

¿Cuál es el papel de la memoria?

En este sentido, Martín Cuenca resalta que el personaje de Rossel "abre un sinfín de preguntas y contradicciones". "Dice no haber visto y no podemos saber si es que realmente no vio, no quiso ver o, quizás, se limitó a no ver", cuestiona.

Felipe Vega ha escrito un acercamiento al Holocausto que permite "ir más allá en su reflexión". "¿Qué podemos recordar y por qué lo hacemos? ¿Cuál es el papel de la memoria? ¿Qué somos capaces de negar e imaginar? ¿Qué queremos recordar y para qué?" son algunas de las cuestiones que se plantean.

Una obra que hace coincidir a tres hombres del cine en un escenario teatral, con una puesta en escena esencial y un decorado prácticamente inexistente, cuya atmósfera es creada mediante la luz.

Retrato del cuerpo, la luz y el espacio

Cuenca reconoce que lo que le "atrae" de dirigir teatro es "la posibilidad de desnudar la puesta en escena y convertir la obra en un retrato del cuerpo, la luz y el espacio a través de la emoción contenida de los actores".

"Como director siempre he tratado de esquivar la mecánica y centrarme en la belleza de lo que se retrata", subraya, al tiempo que que apunta que "una belleza que está contenida en el corazón y el rostro de los actores y actrices en el espacio". "En esta obra el espacio es el negro y la luz", concluye.