"La agenda trans es radicalmente contraria a la agenda feminista". Así lo asegura Alicia Miyares, pensadora feminista que ha presentado este lunes su libro "Delirio y misoginia trans: del sujeto transgénero al transhumanismo". El acto se ha celebrado a última hora en el Espai d'Associaciones de Dones Pilar Soler de València, después de que el Centre del Carme cancelara su intervención agendada en este espacio público.

La justificación de la entidad llegó el día de antes y ha sido que están haciendo "tareas de fumigación". Para Miyares, se trata de un acto de "censura previa" de la administración pública. "Además ha sido en un espacio que es de todos, no hay derecho a que coarten así la libertad de expresión", explica.

Miyares está a favor de la ley trans aprobada en el año 2007 en España, parecida a grandes rasgos a la que prepara el Gobierno, pero con dos grandes diferencias. La primera es la despatologización de la transexualidad y la autodeterminación e género -ya no sería necesario un informe médico de disforia- y la segunda es la posibilidad de realizar la transición siendo menor de edad, a los 16 por decisión propia y antes con la autorización de tutor legal y por decisión judicial.

En los cambios está el gran problema para Miyares, sobre todo en el segundo. "Parece que nos hemos olvidado de que los menores no tienen una identidad estable, y de que en el proceso de pubertad y adolescencia nadie está a gusto con su cuerpo. No sabemos si en se momento lo que late es disforia o algo distinto que ahora nos quieren hacer pasar por una infancia trans. Todos los colegios de salud están diciendo que muchísimas de estas personas de 8 a 16 años lo que realmente hay detrás no es un problema trans, sino a lo mejor un problema de bullying, de síndrome autista, o de altas capacidades. Estamos escondiendo muchos problemas reales bajo el etiquetado trans".

Para la escritora, la nueva ley trans (que deja el cambio de sexo registral en manos de los tutores legales y un juez en el caso de los niños) "convierte a los jóvenes en cobayas con terapias hormonales que no sabemos qué consecuencias tienen a futuro". En su opinión, el texto que prepara el Gobierno "estigmatiza a los profesionales de la salud porque no se les ha escuchado.

Alicia Miyares en la plaza del ayuntamiento de València. Francisco Calabuig

Contra la autodeterminación de género

El segundo gran cambio de la ley es la "autodeterminación de género", es decir, poder cambiar tu sexo en el registro sin necesidad de un diagnóstico de disforia, algo necesario hasta ahora. Aunque en la Comunitat Valenciana la ley trans de 2017 modificó este segundo punto y no es necesario este informe.

Miyares niega esto, ya que "el sexo es una categoría sustantiva del ser humano, no una sensación ni algo que se pueda decidir". De hecho, explica que "el movimiento feminista lleva décadas luchando para abolir todos esos patrones culturales que convierten a las mujeres en el sexo deficiente, y ahora quieren implantarlo por ley", opina.

Por eso denuncia dos cosas. Primero, que "las mujeres trans no son mujeres, son personas transexuales femeninas", y segundo, que esta ley trae unas normas de identidad de género que lo único que producen es "el borrado de las mujeres". Además reivindica que "el prefijo trans es un significante vacío, no significa nada".

Para la feminista, "la ley de 2007 evitaba cualquier injerencia en la vida de los menores porque lo prohibía. Pero las leyes autonómicas han ido legislando automáticamente para bajar esa edad. Ahora necesitan una ley estatal que las ampare y por eso surge la ley trans, cuyo objetivo final es llegar a la autodeterminación de género en los menores, lo que puede tener consecuencias irreversibles". Aunque reconoce que la ley valenciana no ha generado grandes perjuicios desde 2017, explica que "todavía es pronto para ver los efectos, pero dentro de 10 años, cuando los menores de 16 crezcan y sean adultos, tendremos casos de este tipo".

"Misoginia trans"

Miyares asegura que "los únicos que se han atrevido a definir qué somos las mujeres siempre han sido los movimientos misóginos", y por eso denuncia que "no hay tanta diferencia entre la visión de Aristóteles de que las mujeres somos hombres mutilados a la misoginia actual que nos etiqueta como 'cismujeres'".

Para la feminista, esta ley se ha trabajado sin debate y sin escuchar a las opiniones contrarias. "La presentaron tres asociaciones al ministerio y ellos se lo han guisado, ni siquiera nos han dejado opinar a las asociaciones que estamos en contra, algo que es muy grave".

Añade que "esta ley ha salido adelante saltándose una parte muy importante en cualquier democracia, y es el debate. No han escuchado las opiniones contrarias, ni las de médicos ni magistrados. Opiniones que no son baladíes", apunta.