Cada 15 de agosto, los vecinos de Bétera miran hacia arriba. Lo hacen para poder contemplar en todo su esplendor las alfàbegues que recorren la ciudad para ser ofrendadas a la Mare de Déu d´Agost. Y hoy, como no podían faltar a la cita, han sido miles los beteranos que han acudido a la rodà de les alfàbegues, durante la que, envueltos en abundante confeti, han celebrado el día grande de sus fiestas.

Las 16 alfàbegues de este año no han alcanzado ningún récord. Se han quedado en los 2,40 metros, bastante por debajo de los 2,84 metros de 2012, el máximo calibrado en las fiestas beteranas hasta el momento. La culpa de ello la ha tenido la falta de calor de la primavera de este año. Sí, la falta de calor, porque a excepción de estas dos últimas semanas, los termómetros no registraron cotas excesivamente altas. Es el calor precisamente el que permite a estas alfàbegues crecer y crecer... hasta una media de 3 centímetros al día.

Pero estas alfàbegues, las de 2018, también serán recordadas: son completamente ecológicas. Así lo explicó el maestro alfabeguer, Ramón Asensi, que insistió en que este año no ha hecho falta emplear ningún pesticida porque no ha habido presencia de pulgón, ni mosca... ni ninguna plaga que quisiera estropear unas plantas que se han convertido en todo un símbolo de Bétera.

A las 10 de la mañana estaban preparadas en el huerto municipal las alfàbegues para su paseo estelar. Pero otra costumbre que no ha faltado hoy ha sido la demora para el inicio del pasacalle, notable en esta ocasión. Las fadrines -majoral y obrera- han acompañado a las alfàbegues como mandan los cánones, con su traje tradicional y junto a dos hombres que las protegen del sol con un parasol. Mientras, de tanto en tanto, ellas dan su correspondiente volteta.

Y entre toda la parafernalia, durante todo el pasacalle, kilos y kilos de confeti se entremezclan con las camisas con estampados florales de festers i festeres que, al ritmo de las bandas de música, prosiguen el paso de las alfàbegues camino de la iglesia, donde esperan la majoral y obrera casadas. Allí, la Mare de Déu d´Agost recibe a las alfàbegues, a la espera de que pasen otros 365 días para que Bétera vuelva a vivir otro día grande.