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La red de control de la CHJ se fundió a negro el día de la gran crecida del Clariano

El único caudalímetro que mide el río Albaida dejó de funcionar el 19 de diciembre y no ofrece datos del cauce

19 de diciembre de 2016. El río Clariano sufre la mayor crecida de los últimos 20 años y se desborda en Ontinyent. El Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación del Júcar no ofrece ningún dato sobre el caudal del cauce. El punto de control del aforo más próximo se ubica en Montaverner, donde el Clariano pierde su nombre, al confluir con el río Albaida. Sin embargo, este caudalímetro sufrió un apagón y dejó de funcionar ese mismo día. Tampoco hay registros del día 20. La red de aforos se creó tras la pantanada de Tous, como un sistema de alertas público para anticiparse al riesgo y prevenir inundaciones. Sin embargo, la carencia de medidores y las averías en pleno temporal han suscitado las quejas de algunos alcaldes y de Xúquer Viu por la falta de información en plena emergencia.

En río Albaida transitaba el 17 de diciembre en Montaverner con un caudal de 11 metros cúbicos por segundo. A finales de enero, cuando se registró el último temporal, se disparó a 16 metros cúbicos/segundo. Los registros de los últimos días marcan un aforo de 2,56 m3/s. El año pasado por estas fechas, el dato era de 0,15 m3/s.

Para controlar el caudal del río Cànyoles existe un punto de medición en Moixent. El 19 de diciembre, el cauce experimentó un incremento del 1.000%: pasó de 3,41 metros cúbicos por segundo a 41,23 m3/s. Si hace un año el volumen era de 0,15 m3/s, en la actualidad se sitúa en 2,56 m3/s.

El único caudalímetro activo en el río Sellent está Estubeny. En este punto, el 19 de diciembre el aforo se disparó a 60,42 m3/s, cuando ahora está a 0,92 y hace un año era de 0,02 m3/s. Xúquer Viu también ha censurado que el SAIH no ofrece en abierto ningún dato del río Albaida aguas abajo de Bellús, pese a tratarse de una información muy valiosa para los municipios en caso de avenidas. La CHJ atribuye los fallos en los caudalímetros a averías, aunque también apela a un principio de «cautela y prudencia» para evitar «alarmas innecesarias» y «errores de desinformación», puesto que a veces hay «distorsiones». Según el organismo, aunque los datos no se publiciten los técnicos disponen de información fehaciente.

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