Cuando uno deambula por la calle Montcada de Benigànim y cruza por delante de la Casa señorial de los Tudela, no tiene la sensación de estar en un lugar relevante. Ninguna señal advierte de que en el número 16 de esta angosta vía que desemboca en la Plaza Mayor se escribió una página sagrada de la historiografía local que trasciende la dimensión religiosa para inscribirse como una pieza clave en la tradición y en la configuración de la identidad del municipio. Nada parece indicar que en este inmueble hecho de piedra de sillería, datado del siglo XVII, se crió la primera mujer valenciana elevada a los altares por la iglesia católica.

Por aquel entonces, Josefa Teresa Albiñana todavía no era la Beata Inés, sino una niña que, después de la muerte de sus humildes padres, había sido acogida por su tío Bartolomé Tudela, baile -juez ordinario- de la villa. A dos meses de cumplirse los 130 años de la beatificación de la venerada agustina descalza, el Ayuntamiento de Benigànim acaba de presentar una intervención, presupuestada en 229.200 euros, dirigida a recuperar y poner en valor el inmueble donde la Beata pasó su infancia y su adolescencia ejeciendo de criada. El objetivo: transformar el espacio en un centro de atracción turística y de explicación del patrimonio histórico-cultural del municipio.

La casa Tudela fue el último hogar que habitó Josefa hasta que decidió mudarse a un convento, a los 18 años. En el interior todavía se conservan las huellas de su tortuosa estancia. En la pared de la escalera sigue presente la marca de los dos disparos que a punto estuvieron de alcanzarle, así como la pequeña ventana por la que la sobrina logró escapar acosada por un criado que intentó abusar de ella.

La casa es propiedad del consistorio desde hace décadas. Sus partes más antiguas, en desuso y deterioradas, han sido colonizadas por las nuevas estancias que se han ejecutado a lo largo de las sucesivas reformas desplegadas con el paso del tiempo, de forma no siempre respetuosa. El edificio se integra junto a un anexo en un complejo que ha ido acogiendo servicios tan diversos como la Casa de la Cultura, el hogar del jubilado, la biblioteca, la escuela de adultos o la sede de la asociación de colombaires, entre otros usos.

El proyecto de rehabilitación diseñado por el arquitecto José Pardo centra el foco en recuperar algunos elementos de la organización original de la casa y en diferenciar claramente las partes más recientes de las antiguas. El documento contempla la recreación del antiguo patio que fue derrocado, así como la recuperación de las cuevas interiores como «un espacio visitable y accesible». Dotar al edificio de una accesibilidad hoy inexistente es otro de los caballos de batalla de la actuación, que también plantea la iluminación cenital de la biblioteca, la restauración de la cubierta para garantizar la estanqueidad y la reforma de la fachada y de la carpintería original del inmueble, que presenta un estado irregular. Lo primero, en cualquier caso, será efectuar una serie de catas arquitectónicas.

El Ayuntamiento de Benigànim va a acogerse a una línea de ayudas europeas para financiar la mitad del coste de los trabajos, que se prolongarían como mucho durante 11 meses.

Pardo subraya la importancia de la Casa de la Beata Inés en la identidad cultural de Benigànim. El espacio no solo se observa como un reclamo turístico, sino como «la pieza inicial de un centro que podría servir para explicar el patrimonio de la localidad».

Un inmueble «estancado»

El consistorio quiere promover un proceso participativo para definir los usos del edificio, actualmente «en situación de estancamiento». La iniciativa se sumará a la Casa Recuerdos recién inaugurada en el convento local de las agustinas.

En la parte posterior de la Casa Tudela se halla el parque de la Beata Inés, un antiguo huerto donde se encuentra el naranjo monumental que, según cuenta la leyenda, la religiosa plantó colocando las raíces para el exterior y las hojas en la tierra. La misma tradición sitúa en el lavadero de la propiedad su primera revelación mística.