La compañía internacional Resuinsa, nacida hace casi un siglo en Montaverner, ha resucitado la larga tradición vinculada al sector textil en Anna con la apertura oficial de sus nuevas instalaciones, donde ya trabaja a pleno rendimiento tras desplegar una inversión de casi 1 millón de euros. La empresa ha transformado la histórica fábrica de los años 50 de Hilaturas Anna, cerrada en 2012 y ligada al mismo grupo familiar, en unas modernas instalaciones que albergan los últimos pasos del proceso de producción textil (corte y confección), así como del embalaje, el almacenamiento y la logística, junto con las oficinas.

Con una superficie de 35.000 m2 en la carretera que conduce al lago de Anna, el complejo da respuesta a las nuevas demandas de los clientes de la mercantil, repartidos en más de 115 países de los cinco continentes, así como a las necesidades derivadas de la investigación en nuevos proyectos de I+D+i. En el nuevo centro trabajan medio centenar de personas, aunque la intención de la empresa, referente para el sector hostelero, es ir ampliando este número en los próximos años con sus planes de crecimiento.

En el pasado la industria textil floreció en Anna gracias a la riqueza de sus acuíferos, puesto que el agua era un bien fundamental para el funcionamiento de las fábricas. La crisis del sector, sin embargo, hizo desaparecer en 2012 el último gran centro productor, por lo que la multinacional ha comenzado a ser ya un pulmón económico para el municipio y su comarca.

El complejo ha sido diseñado por el estudio valenciano de arquitectura BoMa, que ha buscado «una estética rompedora y mimetizada con el privilegiado entorno en el que se ubica». Para ello, ha querido plasmar en cada elemento los principales valores de la empresa, fundamentados en la sostenibilidad, la innovación y el diseño. Así, para la nave se han seleccionado diferentes colores que evocan la naturaleza, muy presentes en el jardín exterior. Se juega con el azul, el verde y el terracota, que tiñen las formas geométricas dibujadas a lo largo de la extensa fachada.

El interior de las instalaciones se divide en dos zonas con exigencias muy diferentes, a las que se accede a través de un recibidor de doble altura que actúa como distribuidor. La empresa ha seleccionado el color amarillo, que transforma la percepción del espacio, tonalidad que se mantiene en las oficinas y la sala de reunión, puesto que, según indican, «aporta positivismo y energía al ambiente de trabajo». En ambas se ha buscado mantener la esencia de la fábrica original de Hilaturas Anna y se han puesto en valor elementos singulares como el gran ventilador en la sala de reuniones. En la zona productiva y logística, BoMa ha realizado una distribución sencilla y eficiente para facilitar el flujo de trabajo. La continuidad de la iluminación» ha sido un elemento esencial a la hora de diseñar los espacios, ya que se buscaba una luz neutra que no contaminara los colores de los tejidos».