En José Luis sigue pesando mucho Xàtiva. Tanto que, pese a marcharse muy joven a Valencia, años después la nostalgia de los veranos de la infancia le llevó a construirse un pequeño chalet en la zona de Bixquert, un secà como se suele decir en la jerga local. «Estaba y sigue estando por el Pont Sec, y lo tuve unos veinte años hasta que lo vendí», recuerda. «En Bixquert tengo mi record de novelas: entre pascua y antes del verano escribí una vez once obras de un tirón; desde mi secano se puede decir que escribí muchas de mis novelas».

En Xàtiva, los Bernabeu vivían en la casa que durante años fue el bar Capri (hoy, bar Trobat), en Jaume I. El bajo era la peluquería de la madre, y en la estancia superior estaba la vivienda. «Años más tarde, mi padre compró un piso en el Molí de Martí [Baixada de l'Estació], de los que hizo el constructor Lorenzo García y llegamos a vivir un tiempo. Pero finalmente nos instalamos en Valencia».

De su infancia, el escritor evoca «una pandilla inolvidable» y el que es, sin duda, su primer amigo, «Antoni Martínez Revert, hijo de Conxeta» [conocido profesor de Xàtiva y director de una compañía teatral]; «Rafael Vañó, de la Renfe... Otro gran amigo es Rafael Tortosa, el llanterner, y su hermano, Vicente. También Paquito Santonja, de helados la Ibense, o Paco Castelló Revert, primo de Toni», así como Pepe Pérez Codina, conocido empleado de banca que además de vecino de chalet, era un seguidor de su obra. «Es uno de mis mayores amigos».

Bernabeu estudió en la Ferroviària y después pasó al instituto José de Ribera, donde hizo más amigos como «Julio Pérez Torres, que luego entró a trabajar en un banco; José Ramón Bataller Chulvi, que fue locutor de radio. También recuerdo a Javier Segrelles, que ya faltó». De sus maestros y profesores también guarda recuerdo: «don Rafael Guerrero; doña Gregoria Belda, de Valencia, que daba Geografía; don Sabino, el de Francés... También recuerdo a una profesora que su padre tenía en la plaza la Bassa la tienda Casa Joaquín... Ah, y de Dibujo me acuerdo de todo un fenómeno, Pérez Contel».

Aquel Olímpic de los 50

«Al lado de casa estaba el Cine Setabense, y también íbamos al Salón de los Obreros, que era de Gregorio Molina, a peseta la sesión», rememora. José Luis también fue muy aficionado al fútbol. «Íbamos a la Murta todos los domingos, éramos socios. Viví una época buenísima, finales de los 50. El Olímpic quedó dos o tres veces campeón de liga y jugó varias promociones, contra el Malagueño, contra el Atlético Baleares.... El portero era un tal Rubio. Y había un delantero muy bueno, Alegre. Conservo una foto de esa época firmada por toda la plantilla. Durante años fue una costumbre ir al fútbol y después, al Cine Españoleto. Jornada completa», evoca.

También la Fira d'Agost es un indispensable de sus nostalgias. «La viví mucho; mis tíos y mis abuelos me feriaban en los barracones. Y subía a atracciones como la Ola o las Barcas Voladoras, que eran un peligro».