La preocupante situación pandémica del Departamento de Salud Xàtiva-Ontinyent ya ha llevado a decenas de ayuntamientos a imponer todas las restricciones que permiten las competencias de un gobierno municipal. Los edificios e instalaciones públicas de la mayoría de las localidades de las tres comarcas están cerradas desde hace semanas, y las respectivas agendas culturales y deportivas, suspendidas hasta nueva orden. Pero no hay más que echar un vistazo a los datos de contagios de las últimas semanas, recogidos por este periódico, para comprobar que la eficacia de estas medidas es limitada. A la espera de si las administraciones superiores decretan restricciones más estrictas en alguno de los municipios afectados, los ayuntamientos tienen un penúltimo recurso: el ruego de un autoconfinamiento. Cada vez son más las poblaciones que han pedido a la ciudadanía que sea ella misma la que se aplique un encierro domiciliario. La semana pasada ya lo hicieron Navarrés, El Genovés, Castelló de Rugat y el Palomar. Y en los últimos días, Llutxent, Vallada y Enguera se han añadido a esta lista.

La medida no tiene ningún efecto práctico más allá del simbolismo, pero lo cierto es que la situación pandémica de estas localidades parece tan preocupante como la de los siete municipios del área de salud sobre los que la Generalitat Valenciana impuso un cierre perimetral hace diez días. «Estamos muy por encima de la tasa de incidencia que tenía Moixent en el momento en que fue confinada», señala sobre ello María José Tortosa, alcaldesa de la vecina Vallada. El portal estadístico de Sanitat contabilizaba el pasado viernes 75 casos activos en la población, con una tasa de incidencia de 2467,9 casos por 100.000 habitantes. En Enguera, el consistorio informaba ayer de 134 contagios, con lo que el índice subiría a 2819,9. Y en Llutxent, las 64 infecciones contabilizadas por el ayuntamiento arrojaban una tasa de 2729,2 contagios. «El ritmo de contagios es muy acelerado. Decidimos el cierre de todos los espacios públicos, pero los contagios seguían aumentando, así que pedimos el autoconfinamiento», expresaba Xaro Boscà, alcaldesa de esta localidad.

«Es necesario que la gente se confine, y que no se relacione más allá de su círculo más cercano. Hay que tener presente que, tal y como están las cosas en nuestros pueblos, es muy fácil contagiarse en cualquier lugar», insiste la munícipe de Llutxent. «Es básico, hasta que tengamos la vacuna, mantener esta actitud», coincide su homóloga en Vallada. El ayuntamiento de este municipio, que sufrió un grave de la enfermedad a mediados de noviembre, ya pidió entonces a la Generalitat que confinasen la población. «No se nos concedió, pero la petición fue efectiva para que nuestros vecinos tomasen conciencia», señaló Tortosa, que añadía que ahora han vuelto a realizar la petición. Llutxent y Enguera no han llegado a este extremo y confían en que la ciudadanía acate la petición que ya han lanzado. «El esfuerzo de nuestro centro de salud está siendo inmenso, pero están saturados. Hemos de concienciarnos de la situación, y ser responsables», subrayó Matilde Marín, primera edil de Enguera. En Llutxent, donde la petición del consistorio se publicó el viernes, parece que ha surtido efecto: «Este fin de semana, parecía un pueblo fantasma. Los vecinos han respondido bien. Esperamos que sigan así», concluyó Boscà.

«No puede valorarse a posteriori, imponer un confinamiento total era complicado»

Tras la explosión navideña de casos de coronavirus, muchas voces reivindican ahora la idoneidad de haber impuesto un cierre total, o al menos medidas más restrictivas. Preguntadas sobre si el hecho de que los consistorios pidan ahora un autoconfinamiento a sus vecinos hace patente que la administración autonómica ha fallado, las alcaldesas de Enguera, Llutxent y Vallada se mostraban cautas. «Estoy convencida de que cada vez que se toma una decisión, se elige la opción más adecuada con los datos de ese momento», señalaba Matilde Marín (PP). «Puedes beneficiar a unos, y perjudicar a otros. Y los comerciantes demuestran a diario que son quienes más importancia dan al cumplimiento de las medidas», valoraba Mª José Tortosa (PSPV-PSOE). «No puede valorarse ahora, imponer un confinamiento domiciliario es una medida complicada. Y si la gente cumpliese con las recomendaciones dadas en cada momento, no haría falta», concluía Xaro Boscà (Unitat per Llutxent).