Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LA CIUDAD DE LAS DAMAS

Más allá de Marie Curie

MÁS ALLÁ DE MARIE CURIe

La ciencia ha conseguido recientemente algo tan fabuloso e impresionante como que personas parapléjicas con la columna seccionada y condenadas por ello a la inmovilidad durante el resto de sus vidas puedan andar. La ciencia consigue vacunas que curan enfermedades que amenazan a la Humanidad. La ciencia consigue enviar naves con tripulantes a Marte, averiguar el sexo de los restos de seres humanos que vivieron hace más de 100.000 años o avances en inteligencia artificial que cambiarán para siempre la medicina y la biología.

La ciencia aporta contribuciones esenciales para la humanidad y por ello quienes se dedican a la investigación ocupan un espacio merecido en la memoria colectiva. Desde la desconocida persona que inventó la rueda hasta quien investiga con éxito la energía de la fusión nuclear, merecen recuerdo y alabanza por su contribución al bien común.

Entre ellos, la presencia de las mujeres es anecdótica, siendo Marie Curie quien ostenta, seguro que muy a su pesar, el monopolio del reconocimiento social. Pero ahí están las otras. Empezando por Hipatia de Alejandría, que gracias a una película de cierto éxito ha conseguido dar a conocer su talento matemático, pasando por Jane Goodall, cuya investigación sobre animales en libertad revolucionó a la comunidad científica. Augusta Ada Byron, condesa de Lovelace fue considerada la primera programadora de la historia y una tal Emmy Noether, fue una de las más relevantes matemáticas de la historia, a juicio del mismísimo Einstein. Casi todos ellos, nombres, para qué negarlo, desconocidos para el gran público a menos que hayan tenido la suerte de que una película o documental divulgara su vida y descubrimientos.

Menos del 30% de los investigadores del mundo en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son mujeres y ello se debe fundamentalmente a dos causas: a que no quieren y a que no pueden. No quieren serlo porque la mujer científica no es un modelo de referencia para las criaturas ni tampoco para las jóvenes y adolescentes que inician su formación. Las cifras no mienten y es abrumadora la diferencia entre los chicos que optan por carreras STEM, es decir, las relacionadas con la ciencia y la tecnología y las chicas que invaden casi en exclusiva todas las especialidades relacionadas con el cuidado. Pero aun superando esa potentísima imposición cultural, las mujeres que logran dedicarse a la ciencia han de superar enormes obstáculos relacionados con la precariedad, la falta de promoción, la escasez de medios, la exigencia desorbitada que impide proyectos de vida personales… Solo el 3% de los Premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres.

Las cifras facilitadas en el diagnóstico realizado por la Concejalía de Igualdad ya informan que en los centros de FP de Xàtiva la tendencia no se rompe y se mantiene en los estudios universitarios: ellos se forman en informática, electricidad y electrónica, mientras que ellas lo hacen en todo aquello relacionado con servicios socioculturales a la comunidad. Ningún problema en que cada cual desarrolle sus capacidades y preferencias, pero todo que objetar a la exclusión derivada de esa desmotivación sibilina y muchas veces inconsciente que se produce, cuando se insiste, sin ningún fundamento, en que las niñas no están dotadas para las matemáticas o carecen de visión espacial. Afirmación tan ponzoñosa y desacertada como opinar con frivolidad que los hombres no están capacitados para el cuidado y la atención a personas.

Para que la ciencia progrese es necesaria la mirada de las mujeres. Prescindir del talento femenino es limitar de forma muy poco científica las posibilidades de desarrollo humano. Es injusto y poco inteligente, tal como están las cosas, desaprovechar ninguna oportunidad.

Compartir el artículo

stats