Velar a un ser querido que acaba de fallecer es un primer paso indispensable en todo proceso de duelo, pero para Soraya Serrano la despedida de su madre fue una pesadilla traumática que solo contribuyó a agrandar el dolor que sentía por la pérdida. Así lo ha reconocido una sentencia que ha condenado a la funeraria de Xàtiva encargada del velatorio de la difunta por el «cúmulo de despropósitos» que impidió a los familiares de María Jornet darle un adiós en condiciones.

Los hechos se remontan al 4 de junio de 2018, cuando el cuerpo de la fallecida fue trasladado a las instalaciones de la Funeraria Cerdá a pesar de que ese día había un corte de luz programado en la zona que dejó al tanatorio sin suministro eléctrico y no permitió mantener la temperatura del recinto en las condiciones adecuadas. La juez instructora del caso describió como «grotesco» el relato de los hechos considerados probados: cuando los familiares de la mujer llegaron al tanatorio para velarla encontraron el cadáver a oscuras, en avanzando estado de descomposición, sangrando y despidiendo un fuerte olor, puesto que la sala no cumplía las exigencias de refrigeración que marca la normativa.

El responsable de la funeraria defendió en sede judicial que los hijos de la finada fueron informados desde el primer momento del corte del suministro eléctrico y que se les recomendó acudir a otro tanatorio, pero según éste insistieron y accedieron a la sala en la que se encontraba el cuerpo incumpliendo las instrucciones del personal de la empresa. Para la jueza, sin embargo, estas afirmaciones no han quedado demostradas con pruebas fehacientes y, en cualquier caso, no eximen a la empresa de su responsabilidad. Además, los familiares de la difunta mantuvieron que no conocían la situación real y que no se les prohibió el paso a la sala.

Soraya Serrano, a la derecha, junto a sus hermanos y su madre. | LEVANTE-EMV Sergio gómez. xàtiva

La sentencia atribuye a la funeraria una actitud negligente porque, a sabiendas de la falta de luz en las instalaciones y de la ausencia de un generador eléctrico que permitiera ofrecer una alternativa de suministro, no mantuvo a la difunta en las cámaras del hospital, de modo que resultó imposible que se alcanzara en el recinto la temperatura idónea para el adecuado mantenimiento del cadáver, que siguió despidiendo un fuerte olor hasta su entierro.

Daños morales

La resolución judicial ha condenado a la funeraria a indemnizar a Soraya Serrano por los daños morales sufridos, así como a devolverle los gastos de los servicios prestados, al considerar probada su mala praxis por «no actuar con la debida diligencia de depositar el cadáver en un lugar adecuado para su refrigeración». La denunciante, representada por el letrado José Juan Ribes García -perteneciente al Colegio de Abogados de Alzira-, sufrió una fuerte afectación emocional por los hechos, al no poder darle un último adiós en condiciones a su madre, lo que le ha generado graves dificultades para superar el duelo. De ahí que la sentencia reconozca la necesidad de una compensación encaminada a restaurar el daño psíquico infringido por la prestación defectuosa del servicio, «absolutamente carente de respeto tanto hacia el difunto como hacia la familia», según ahonda el pronunciamiento judicial.

Un reconocimiento tras tres años

La empresa gestora del tanatorio alegó que no recibió ninguna queja formal por el sepelio y que la responsabilidad debería dirigirse exclusivamente contra la compañía aseguradora por ser -a su juicio- la que está obligada a prestar directamente los servicios y como garante de lo mismos. La jueza, sin embargo, descartó la acusación contra Mapfre porque «ningún miembro de la funeraria advirtió a la compañía aseguradora» de la falta de suministro eléctrico.

Soraya no se ha cansado de repetir que no era el dinero lo que le movió a presentar la demanda. Lo que quería era una disculpa y el reconocimiento del dolor emocional que le generó a ella y a sus hermanos una actuación injusta que solo contribuyó a alargar el pesar y el sentimiento de culpabilidad por el estado en el que se encontraba su madre antes de darle sepultura. Satisfecha por el desenlace, la vecina de Xàtiva se muestra tremendamente agradecida a su abogado, José Juan Ribes por la ayuda prestada «Necesitábamos que se supiera la verdad y que se reconociera que la funeraria nos dio un mal servicio, para descansar un poco más tranquilos», zanja.