DIMARTS MERCAT

Amiguitos el alma

Fernando Correa, Álvaro Pérez "el Bigotes" y Francisco Camps

Fernando Correa, Álvaro Pérez "el Bigotes" y Francisco Camps / Levante-EMV

Vicent Soriano

Se juzga estos días en la Audiencia Nacional parte del caso de Orange Market, la sucursal valenciana de la Gürtel que tantas columnas ha llenado en los periódicos, emisoras y noticias televisivas. Un caso que tiene como primera persona a Álvaro Pérez «El Bigotes», protagonista directo de una Orange que se enriqueció durante la etapa de Francisco Camps como presidente de la Generalitat, ya que no en vano eran «amiguitos del alma», según consta en el sumario, junto con el «te quiero un huevo» que se dedicaron los dos personajes en cuestión.

Y es que llamarle Camps a Pérez «amiguito del alma» tiene más de una razón de ser. No en vano el Bigotes llenaba de detalles el entorno de Camps y compraba sus favores con regalos de esos que se presentan como cuatro chucherías de nada, algún reloj de marca sin importancia o surtidos de alimentos gourmet. No en vano todos asistieron con trajes de «pingüino» a la boda del Bigotes, a la que solo faltó la «jet set» de Jesús Gil, pobrecito ex alcalde de Marbella que ya no existía por aquellos tiempos, pero que dejó el gran legado de las «mama chicho», el jacuzzi de «tal y tal», y tal grado de corrupción que sus seguidores intentaron copiar punto por punto. El Bigotes vino a València porque Camps se lo pidió «el me ayudaba y yo le ayudaba» ha declarado Pérez, personajes entre los personajes, capaz de montar en un Ferrari al president de la Generalitat, al centenario Eclestone y a Rita Barberà, todos ellos dando la vuelta al ruedo por un circuito de Fórmula 1 que nos salió por un ojo de la cara con dinero público, o sea, otra ruina, de las muchas que completan el dossier de la corrupción en estas tierras valencianas. El orgasmo colectivo de la vuelta en el Ferrari quedará para la historia como el ridículo de tres personajes con la sonrisa de oreja a oreja riéndose de los contribuyentes, como se burlaron con los stands de Fitur y otras mil tropelías que les llenaron los bolsillos.

Enemigos encarnizados. Pero es que ser amiguito del alma tiene sus ventajas y ahora la negación explícita y vergonzosa de negar unos audios que los involucra descaradamente. Ahora la fiscalía es la bruja Maruja que pretende implicar a Camps y de lo que pasó resulta que no pasó nada. Amiguitos del alma y enemigos encarnizados en un banquillo de acusados del que nunca pensaron que llegarían a ocupar.

El propio Bigotes alienta al tribunal para que pregunte a quien quieran de la «jet» de aquellos tiempos la buena relación que tenía con Camps. No quiere quedarse solo en el convencimiento de que su amiguito pretende ahora ignorarle y convencer a la justicia de que él solo pasaba por allí, que no tiene la culpa de nada y todo es un montaje de la izquierda comunista y torticera que no tiene razón de ser.

Camps jura y rejura que pregunten en otras partes. Que es tan legal que hasta le absolvieron de cuatro trajes regalados, mientras que al exjefe de protocolo de la Diputació de València, Rafael Betoret, le cayó el muerto por el mismo favor recibido. Ya el propio Betoret declaró en sede judicial que «Camps me engañó vilmente en el tema de los trajes».

Los amiguitos del alma por mucho que fueran sinceros en tiempos pasados no dejan de ser un cuchillo afilado que no debe tocarse jamás. Ya lo escribieron y cantaron los de OBK para endulzar oídos y sensaciones que dejan huella: «Que difícil lo nuestro/ que bonito a la vez/ es tan duro tener/ que buscar los porqués/ a esta situación». ¿No me digan que no es pegadizo? Tanto como enviciarse a lomos de un Ferrari rojo pasión.

Suscríbete para seguir leyendo