Más de 2.200 conciertos y una nómina de 700 socios dan cuenta del vigor actual de la Sociedad Filarmónica de Valencia, una institución que ya puede contar su trayectoria en siglos. Empezó a caminar en febrero de 1912 con un concierto del cuarteto Petri y, por ello, Levante-EMV le ha concedido el Premio Importante correspondiente al pasado mes de febrero. Cien años dan para mucho, como dijo el presidente de la entidad, Juan Vila, en el acto de entrega del galardón, celebrado en las instalaciones del diario, pero la entidad desea más: «Queremos involucrar a la sociedad valenciana y que tome a la Filarmónica como suya, que no sea solo unos señores que se sacan un abono para unos conciertos, sino que la considere una propiedad suya y la defienda tanto como nosotros».

La entrega del Importante corrió a cargo del consejero de Editorial Prensa Valenciana Jesús Prado, quien en esa misma línea de mirar más hacia adelante que hacia atrás subrayó que el premio «no es un epitafio» ni un «acto de final de ciclo». «Las dificultades son severas, pero quisiera que el premio, además de reconocimiento y gratitud, fuera un acicate para no desmayar y que podamos seguir disfrutando de vuestras actividades». Lo dijo, además, invocando su condición de «aficionado a la música que no deja de acudir a vuestros conciertos».

Además de Vila, la Filarmónica estuvo representada en el acto por su secretario, José Lapiedra, y Salvador Pemán, José Ramón Roca y Ramón Martínez. También asistió la presidenta del Palau de la Música —recinto que alberga los conciertos que organiza la Filarmónica—, Mayrén Beneyto, y el subdirector de música del auditorio, Ramón Almazán. El subdirector general de Gestión de Editorial Prensa Valenciana, Francisco J. Guixà, el jefe de sección de Cultura de Levante-EMV José Ricardo Seguí y el redactor Alfons Garcia fueron el resto de asistentes a un desayuno que dio para recordar episodios memorables en la historia de la entidad.

Como el del 23 de febrero de 1981, cuando el Teatro Principal de Valencia —entonces, la casa de sus conciertos— empezó a despoblarse de público al ritmo que llegaban las noticias sobre el intento de golpe de Estado de Tejero y Milans del Bosch. Así, hasta que los 130 músicos de la orquesta de Alemania del Este invitada aquel día se quedaron casi solos con cara de no entender nada.

Los cimientos de la realidad

Prado invitó por su parte a comparar la «explosión musical» de los últimos años en Valencia —desde la inauguración del Palau de la Música hace ahora 25 años y completada después con la puesta en marcha de Les Arts— con el panorama de principios del siglo XX para poner en valor «lo que la Filarmónica se propuso de la mano de Ramón Martínez Carrasco». «Hablar hoy de música en Valencia es una delicia, a pesar de las dificultades —señaló—, pero acordarnos de quien empezó a colocar los cimientos es hacer justicia».

Que la coyuntura actual es compleja para la cultura quedó claro durante el acto, si bien los representantes de la Filarmónica manifestaron su voluntad de que la entidad «poco a poco vaya avanzando y salga del letargo en que nos hemos metido por las circunstancias», en palabras de Vila. El presidente recordó además a su antecesor en el puesto, Rafael Gómez-Ferrer Sapiña, fallecido en 2011.

Otro ejemplo de superación de dificultades es la relación con el Palau de la Música de Valencia. Beneyto reconoció que al principio hubo un momento de dudas —si la Filarmónica hacía la competencia o si tenía que pagar—, pero «hoy es lo contrario, estamos satisfechos de su presencia». «Entendemos que tenemos que unir fuerzas para ofrecer un abanico de música donde elegir. Difícilmente podemos llegar nosotros a lo que hace la Filarmónica y hay otros músicos a los que la ella no puede llegar y los traemos nosotros», destacó. Al final, sobresalió la cita de Nietzsche («sin la música la vida sería un error») y el augurio feliz de Prado: «En el 150 aniversario nos veremos».