Cada vez que un campeón del historicismo musical toque con una orquesta de instrumentos «modernos» o la dirija se planteará seguramente el dilema de si y cuánto de lo hecho en un terreno con su enfoque correspondiente debe influir en lo que se haga en el otro. De lo mucho y maravilloso de que Fabio Biondi es capaz con «su» Europa Galante, el grupo que fundó en 1990, en Valencia ya hemos disfrutado lo nuestro en el pasado lejano y reciente. Como también le debemos agradecimiento por lo mucho y bueno que ha enseñado a la Orquestra de València, la perspectiva de tenerlo como codirector en Les Arts a partir de la temporada que viene hace abrigar grandes esperanzas.
La actuación con la de Stavanger, otra orquesta tampoco «suya» ni historicista, ofrece probablemente pista clara sobre las aspiraciones de este director con formaciones que no emplean instrumentos antiguos. Los resultados fueron excelentes, aunque con algunas reservas, pocas y mínimas, pero ojalá que interesantes de calibrar.
Básicamente se trató del conflicto que en ocasiones se percibió entre el autenticismo y la belleza por un lado, y del límite entre la libertad y el amaneramiento en la interpretación por otro. Dejando de lado la presencia casi nunca menos que excesiva del timbal (literalmente nos puso la cabeza como un bombo), en la obertura de La flauta mágica ya ejemplo de lo primero en el sonido como de bocinas con que los trombones resolvieron sus primeras intervenciones en piano, mientras que de lo segundo el caso más claro lo presentó el paso decidido con que en la de Don Giovanni se cruzó la frontera que separa la terribilità del tremendismo. En la Sinfonía Praga, dirigida desde el podio pero empuñando el violín, la insistencia en la invención de acelerones y frenazos, crescendi y decrescendi volvió a perturbar la escucha de una versión subjetivamente muy trágica y objetivamente irreprochable.
Preferible resultó el Concierto Hob. VIIA: 4 por el superior equilibrio entre lo escrito y lo oído, así por el plus de musicalidad que Biondi siempre agrega.
