Parece difícil imaginarse a Santa Teresa de Jesús enamorada de un hombre terrenal.
No tanto, incluso los amores laicos o ateos tiene algo de espiritual. Y los que no se consuman en la cama pueden tener componentes eróticos en la propia espiritualidad. Hay que leer a Santa Teresa pra saber el amor que siente por Gracián al que ve como cómplice. Es un amor intenso y efusivo, aunque no sea carnal. Lo que pasa es que en la España de ese tiempo se formaban calumnias contra ellos en ese plano.
Este amor se produce además entre una Santa Teresa sexagenaria y un Jerónimo Gracián treintañero.
Ella ya es mayor pero hay que conocer la concepción que Teresa tiene del amor. Ella se hace monja porque no quiere casarse, es una feminista muy especial. A él lo persiguen por ser seguidor de las ideas de una mujer. A la Inquisición lo que más le asombra es que sean de una mujer, no tanto que sean tan reformadoras. Es una mujer muy imaginativa e insólitamente activa para el siglo XVI.
Parece, entonces, difícil separar la figura de Santa Teresa del concepto del amor, ya sea el divino o por un hombre, como en este caso, por Gracián.
Así es. Incluso ella trata a Dios, lo amó, de una forma muy humana. Cuando entra en trance y habla con Jesús se lo dice directamente a Jesús.