Vistos los intentos fallidos. ¿Necesita Valencia su salón o mejor dejarlo estar?
Hay diversas ciudades que tienen su propio salón del cómic y eso sin contar con una tradición histórica destacada de dibujantes o editoriales que los publicaran. Me resulta insólito que Valencia, cuya capitalidad del cómic junto con Barcelona es indiscutible, no tenga todavía su propio salón.
¿Y se necesita en los términos que se estaba planteando?
Sé que había interés en dotarla de diversos contenidos y voluntad de contar con todos aquellos profesionales que nos dedicamos al cómic desde hace muchos años. Eso se agradece por lo que significa, dotarlo de pluralidad. Un primer salón siempre es una apuesta a prueba y cuanto más claro esté su arquitectura interna, el cómo, el cuándo y con quién se puede poner en marcha, más probabilidades de éxito.
¿Cómo veía el factor de unirlo a la ilustración?
Me parecería bien si los ilustradores participantes pudieran ser también los que destacaran por su trayectoria, producción y proyección, tanto como los autores jóvenes que también quisieran darse a conocer. Un tipo de salón así sería interesante: que revitalizara las propuestas gráficas más novedosas, uniéndolas a las más conocidas, y sirviera a nuestra ciudad de caja de resonancia de todo lo que se estuviera haciendo en Valencia; y que también viéramos lo que venga de fuera.
¿Apostaría por un salón más centrado en las firmas que en la vertiente comercial?
Un salón dónde los autores valencianos tuvieran mayor relevancia debería ser imprescindible. Es más, el salón debe ser una plataforma para dar a conocer sobre todo a los dibujantes a los ilustradores valencianos. No somos peores que los dibujantes francobelgas o los americanos. Somos un país altamente creativo, pero desaprovechado.
¿Y el público valenciano conoce a sus autores?
Tenemos una larga tradición de dibujantes, de excelentes y destacados dibujantes como Paco Roca, Sento Llobell, Mariscal, Mique Beltran o Daniel Torres; ilustradores como Manuel Boix, Paco Giménez o Paula Bonet; algunos menos conocidos para el público general como Ramón Pla o Josep Vicó, pero de un grandísimo nivel. Y una gran parte de la ciudadanía todavía continúa sin conocerlos.
Más allá de autores, ¿qué hace falta para que el sector se consolide?
Todavía faltan muchas cosas. Desde los aspectos meramente comerciales de cómo llegar al público familiar, que se impregne de la cotidianidad lectora o aprender de una vez por todas que el cómic no es un subproducto de lectura de segundas. Los cómics deben llegar a estar en los mismos stands que colocamos los libros de narrativa.
