­Un museo de arte valenciano que no sea exclusivamente pinacoteca. Así sueña ser el Museo de Bellas Artes de Valencia „el conocido como San Pío V„ o, al menos, así quieren que sea sus actuales gestores, que ayer presentaron en una sesión de trabajo el primer esbozo del nuevo plan museológico del centro, que debe estar acabado el 15 de marzo.

Es nuevo y es casi el primero, sorprendentemente, porque el único antecedente es un documento de 1994, de la época como director de Ximo Company, que quedó pronto desfasado porque la cuarta fase de las obras de ampliación se modificó y cuya estructura de funcionamiento es «hoy un sueño», en palabras del actual titular del museo, José Ignacio Casar Pinazo.

Como sueño es el organigrama que los ahora responsables plantean, con tres subdirecciones, siete conservadores (solo hay uno en la actualidad y sin reconocimiento formal de tal) y un equipo estable de restauración (en unos días solo habrá una restauradora; el otro se jubila).

Más allá de las posibilidades reales (presupuestarias) de conformar una estructura seria „el tiempo dirá„, el plan reformula la naturaleza del centro, que se mira en el espejo del Museu Nacional d´Art de Catalunya (MNAC) para situar el arte valenciano como la médula que recorrería todo el discurso expositivo principal: desde los retablos del siglo XIV a la pintura de los Equipo Crónica y Realidad de mediados del siglo XX.

La valencianidad „en el pasado se han primado las colecciones flamencas e italianas frente a la edad de plata valenciana (los siglos XIX y XX)„ es entendida en sentido histórico y amplio, de forma que abrazaría el Tríptico de los Improperios del Bosco por proceder de la colección de Mencia de Mendoza o las obras de Goya, por su vínculo con la Academia de San Carlos o retratar a personajes locales. Es la filosofía que explicó ayer el conservador del museo, David Gimilio.

Con todo, los límites de lo valenciano pueden ser discutibles, al acoger los citados, por ejemplo, y dejar fuera de ese discurso al setabense emigrado a Italia José de Ribera.

En todo caso, los gestores del San Pío V insistieron en que el proyecto no es definitivo, de forma que puede experimentar ajustes en las próximas semanas.

El recorrido cronológico por el arte valenciano ocuparía la planta baja y la primera del museo, una vez recuperado el edificio claustral, ahora en obras, algo que sucederá previsiblemente en septiembre. El siglo XVIII „otro de los puntos que ayer suscitó dudas„ sería el tránsito entre abajo y arriba.

¿Qué pasa con Ribera, el Autorretrato de Velázquez o el Retrato de Francisco de Moncada, de Van Dyck? Se irían a la segunda planta del edificio claustral, a sendas salas para pintura española y europea recayentes al río y a Viveros. ¿Relegados? Habrá que esperar al resultado del recorrido, si finalmente se aplica este primer plan museológico.

Con él desaparecerían también las actuales salas de autor, como las de Sorolla o Goya. El creador valenciano pasaría al bloque de pintura valenciana de los siglos XIX y XX, junto a Pinazo Camarlench o Muñoz Degraín. «No se oculta», precisó Gimilio, si bien no se mencionó en toda la presentación del proyecto.

La superficie para exposiciones temporales no se modifica y se gana un espacio para relatar la historia del museo. Así hasta sumar 8.000 metros cuadrados de arte en un total de 19.270 metros construidos. Es algo más que el IVAM (18.000) y un tercio del total del Prado (60.000).