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Crítica

Certera intuición

Coro Philharmonia

palau de la música (valencia)

Chen Reiss (soprano), Aurelia Varka (mezzosoprano), Sung Ming Song (tenor), Daniel Kottinski (bajo), Roi Shiloah (violín), Coro Philharmonia y Orquestra de València. D.: Yaron Traub. Obras de Saint-Saëns y Rossini. 26 de febrero.

El Tercer concierto para violín de Saint-Saëns es una de esas piezas que dependen decisivamente de sus intérpretes para resultar meramente un tibio pasatiempo o encender emociones intensas. El regreso con él del israelí Roi Shiloah, un año después de que en Goldmark nos dejara con las ganas de oírlo en mayores empresas, produjo más relajación que otra cosa. El primer movimiento se vio desde el mismo comienzo lastrado por una rítmica de plomo, y las memorables melodías del segundo tampoco se acertó a frasearlas con el encanto que siempre hacen esperar. Como suele suceder en estos casos, sólo en el final se sintió mayor frescura. En fin, veremos si la tercera será la de la vencida.

Mucho más satisfactoria fue la versión del Stabat Mater de Rossini, una obra de estética tan difícil de clasificar como raras las circunstancias en que se gestó. El eterno dilema entre obra religiosa de estilo operístico y ópera disfrazada de oratorio se resolvió de la mejor manera posible, esto es, sumando competencia técnica y conocimiento del estilo rossiniano.

Las dos solistas femeninas mezclaron estupendamente en un Quis est homo al que, si algo le faltó, fue un punto más de intensidad expresiva en el acompañamiento. En el arranque de Sancta Mater, la soprano no estuvo tan refinada como se esperaba, pero en el Et inflammatus resarció con creces. La mezzosoprano admiró por su amplio fiato y buen gusto interpretativo en Fac ut portem. El bajo salió dignamente airoso del titánico reto de cubrir una tesitura tan amplia como la que aquí le exige Rossini, y el resto de su actuación casi hizo perdonable el «arreglo» que del final de su aria hizo el tenor.

Marcaron con todo las cimas interpretativas de la velada un coro y una orquesta que respondieron con prontitud y prestancia a los gestos de un director dotado de certera intuición para comprender las indicaciones de volumen y velocidad como también, y casi primordialmente, de expresión.

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