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Crítica musical

Servidor de la música

Acostumbrados al modelo de pianistas thermomix de la actualidad, reconforta escuchar otro tipo servidores del teclado quienes, junto a su juventud y una técnica evolucionada, irrumpen desde el respeto y disfrutan del repertorio. Es así que el recital de Andrei Korobeinikov (Dolgoprudny 1986), desde el primer compás del op.142, de Schubert, captó y cautivó al público de la SFV. Su sonido proviene de un disciplinado conocimiento de la técnica y no importa si es en ppp o en fff, el resultado es tan pleno como rotundo. Los cuatro Impromptus del compositor vienés se sirvieron con luz interior, claridad de diálogo y equilibrada arquitectura.

Siguieron los 3 klavierstücke D 946, también de Schubert, en cuyo lugar bien podría haber interpretado a Scriabin, uno de sus compositores de cabecera, escasamente escuchado entre nosotros. No hay que perder esas oportunidades.

Con su versión de Après une lecture de Dante, el pianista ruso bajó al infierno y remontó a la gloria sonora de esa Fantasía quasi sonata de Liszt y para ello utilizó un despliegue de medios imponente el que no se sabe si admirar mas la utilización del juego de muñeca, su control del double echappement , la oportunidad del pedal o el vigor incandescente de sus octavas (¡y que octavas!)

Cerró la noche, la última sonata de Beethoven, op. 111 en do menor, una tonalidad especialmente utilizada por el maestro de Bonnm en la que Korobeinikov ejerció su autoridad con visos de hipnotizador.

Es la Arietta una confesión con la que Beethoven pone punto final a sus 32 sonatas como de puntillas, sin artificios, con la seguridad de haber cumplido con la música. Sorprende la utilización de compases de 9/16, 6/16 y hasta de 12/32 lo cual resulta en un mágico enjambre rítmico que el oído actual asemejaría al de un boogie boogie del siglo pasado. Quizá fue en esa variación la que quedó menos redonda en la versión de Korobeinikov quien se llevó ovaciones y bravos que él supo corresponder con una Bagatella de Beethoven y un Momento Musical de Schubert. Un virtuoso de 29 años.

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