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Entrevista

Javier Sierra: "Quedarse con lo inexplicable es conformarse con la ignorancia"

«Mi otro polo de interés es la conquista del espacio»

Javier Sierra: "Quedarse con lo inexplicable es conformarse con la ignorancia"

¿Usted de pequeño ya buscaba tesoros ocultos?

Claro. La clave de todo está en la infancia. Nací en el Teruel de los 70, cuando era una ciudad pequeña, muy histórica pero que aún no había sacado pecho de su historia medieval y yo me hacía preguntas sobre quién había hecho esto o qué significaba aquello. Como los mayores no me daban respuestas me saqué el carné de la biblioteca pública con 8 años, entré en el universo de los libros para buscarlas y ahí me enamoré de la aventura de escribir porque empiezo con esa edad a escribir mis primeros relatos y a los 12 años tengo un programa de radio. Yo fui muy precoz, reflejo de un espíritu inquieto.

Siempre le han interesado los misterios antiguos. ¿Nunca los del futuro?

Sí, tengo un cerebro bipolar. Mi interés fundamental está en los orígenes de la civilización pero mi otro polo de interés es todo lo que tiene que ver con la carrera espacial y la conquista del espacio. Me fascina, tanto es así que no paro de leer y de estudiar sobre ello porque no me atrevo a escribir aún.

¿Ha tenido encontronazos con algún científico?

Bueno, he tenido más bien discusiones o debates, pero al final siempre han sido muy positivos porque el verdadero científico también tiene la mente inquieta. Hasta hace unos años la física era muy mecánica, muy newtoniana, y hoy estamos en la física cuántica de las partículas, de lo infinitamente pequeño, donde todo es posible. Y la imaginación siempre ha sido una herramienta de la ciencia. A través de un sueño, Mendeléyev inventó la tabla periódica, un pilar de la química moderna.

¿Nunca piensa que hay cosas que no tienen explicación?

No. Quedarse en lo inexplicable es conformarse con la ignorancia. Lo inexplicable siempre es un reto y yo trato de encontrar una respuesta. Por eso últimamente escribo cada vez más ficción, porque empecé escribiendo sobre enigmas históricos y la falta de respuestas me dejaba insatisfecho, pero a partir de las novelas podía dar más respuestas.

Usted visita los lugares de los que escribe en sus novelas. ¿Fue una locura haber pasado la noche la Gran Pirámide?

No me arrepiento, pero he tenido que ir asimilándolo con el correr de los años y el libro (La pirámide inmortal) lo escribí como un exorcismo de los miedos y sensaciones a los que me enfrenté en esas horas de soledad absoluta. Me quedé allí sin permiso a pasar la noche y fue la semilla de algo creativo pero no lo volvería a hacer. Con El ángel perdido escalé el monte Ararat, fue una experiencia muy dura, a 5.000 metros, con 20 grados bajo cero, pero esa sí la volvería a repetir. Lo de la Gran Pirámide, no. No sabía a lo que me enfrentaba e intuyo que me enfrentaba a mí mismo, que es lo más terrible que puede haber. Morir debe de ser algo parecido a lo que pasé.

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