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Entrevista

Fabio Biondi: "Programar el mismo repertorio va en contra de la inteligencia del público"

«Me gustaría dirigir en el Palau de les Arts óperas románticas desde el violín porque ayuda a sacar detalles del diálogo orquesta-voz»

Biondi, durante la entrevista. f. bustamante

Tres óperas y música de cámara. Es el repertorio que tiene para esta temporada. Hábleme de él.

Hacemos tanto siglo XVIII como XIX, pero con el mismo proyecto: el de volver a la base del idioma interpretativo, acercarnos lo máximo posible a las intenciones de los compositores. En el caso de Verdi, que sea más cercano a las condiciones interpretativas de la época. Con ello me refiero a la posición de la orquesta, el foso se subirá como se hacía en su época. Esto permite al público escuchar de forma distinta. Son tres títulos distintos, pero con la intención de presentarlos de nueva forma. En València hacemos cosas que difícilmente se pueden escuchar en otros teatros.

¿En qué repertorio se siente más cómodo?

Tengo una gran atracción por el repertorio italiano de ópera: Bellini, Verdi, Donizetti... Después de tantos años es evidente que el siglo XVIII me sale muy natural porque es lo que he hecho gran parte de mi vida. Pero todo conocimiento que viene de final del XVIII y principios del XIX es una etapa fundamental para comprender el prerromanticismo italiano. Sacar los pequeños detalles me produce una satisfacción enorme.

¿Qué le queda por hacer en Les Arts?

Me gustaría dirigir aquí óperas románticas desde el violín. Esto es una parte histórica imprescindible. Sabemos que esto sucedía porque el director entendido con batuta es un hecho que se produce a finales del XIX. Esto puede parecer una fría reproducción de autenticidad, pero hace diferente el contacto y la relación con la orquesta. Te puede ayudar a sacar detalles en el diálogo voz-orquesta. Es empezar a compartir la ópera de forma global.

¿Prefiere salir del foso?

El foso de la orquesta es un sitio que tiene peligro. Hay diferencia en cómo la orquesta reacciona en ópera y en un concierto sinfónico. El foso es un sitio donde el músico se siente menos indispensable, que cuando tocamos sinfónica. Estar con un director que toca un instrumento y a la vista, cambia mucho la forma de vivir la ópera y tocar. Es muy bonito desde el punto de vista del espectáculo.

¿Qué repertorio le gustaría escuchar y dirigir en Les Arts?

Hemos hecho un poco de todo, aunque no hayamos hecho Wagner en los últimos años. Me gustaría escuchar la música francesa del siglo XIX, por ejemplo Fauré; cierta música alemana como «Genoveva», de Schumann, y del siglo XX me gustaría escuchar «Peleas y Melisande», de Debussy. Y los italianos del siglo XX como Gian Francesco Malipiero y, quizás, un poco de ópera rusa, de la que soy fan porque con 17 años me compraba los vinilos en los mercadillos.

¿Le gusta la ópera del siglo XX?

Soy fan hasta el desarrollo historicista. Después, la aprecio, pero no la conozco. La música contemporánea es algo tan importante que hay que conocerla profundamente. Hay títulos increíbles, como las dos óperas de Shostakóvich. Tener un repertorio global es muy importante. En general, los teatros de ópera en todo el mundo viven una crisis relacionada con la venta.

La eterna crisis de la cultura...

La cultura se ha convertido en un hecho de mercado. Hay que llenar las salas. Aquí tenemos la suerte de tener mucho público. Sin embargo, en el mundo se programan siempre las mismas óperas porque los directores tienen miedo de no tener público. Esto va en contra de la inteligencia del público. Cuantos más elementos demos de la historia de la música mejor trataremos al público. La elección de títulos menos populares es reconocer que tenemos un buen público y que puede y sabe apreciar ese repertorio.

¿Echa de menos más investigación en los auditorios?

En general, sí. Y una falta de estudio entre la programación y el territorio. La música es como la gastronomía. Es muy positivo que investiguemos sobre un repertorio local, que es parte de la historia de nuestra ciudad.

El estreno de la pretemporada con «Madama Butterfly» llega con las entradas agotadas. ¿La ópera está de moda?

La ópera nunca ha evitado estar a la moda, siempre lo ha estado. Lo que hay que hacer es elegir bien los títulos. Hay que tener en cuenta el tiempo físico para aguantar la belleza musical en una ópera. En un momento dado, se pueden elegir títulos que funcionen mejor, más cortos, más comprensibles. La historia de la ópera está relacionada con la historia sociológica. Hoy la sociedad es muy distinta, va más rápido. Pero descontextualizar una obra solo para hacerla más digerible al público es un error. Nos lleva a un desarrollo bastante vulgar, y crea un estado de confusión.

Desde la visibilidad que tiene desde el foso. ¿Cree que hay más gente joven en el patio de butacas?

Sí. En el Palau de les Arts se ha notado ese rejuvenecimiento del público. Por mi experiencia, hay más que en otros teatros europeos. Quizás, la política de precios más asequibles tenga algo que ver. Pero la realidad es que los jóvenes han empezado a ver Les Arts como algo que es propiedad de la ciudad y no como algo para la élite.

¿Cómo ve a la Orquestra de la Comunitat Valenciana?

Tiene una atmósfera buenísima, quizás la mejor de los últimos años. Les gusta trabajar y han hecho cosas nuevas en los últimos tiempos. La situación actual es positiva, sin tener en cuenta los problemas administrativos que se puedan tener, como cuestiones de plantilla.

Hace poco hubo una convocatoria para la bolsa de la orquesta.

Sí y se ha presentado muchísima gente. València es un sitio que interesa a muchos músicos. Tenemos un material de muy buena calidad.

A pocos metros de aquí, tenemos el Palau de la Música que usted conoce muy bien. ¿Le gustaría que Les Arts y Palau colaboraran más habitualmente?

Sería maravilloso hacer más sinfónicos, más giras y salidas. Tenemos un programa muy grande.

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