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El Miró más combativo entra en el IVAM

El centro de arte inaugura hoy «Orden y desorden» con 200 obras, algunas nunca expuestas, del artista catalán - La muestra, la primera que el museo dedica al pintor, abarca sus inicios, su etapa más indisciplinada y sus trabajos más allá del caballete

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Inauguración de una muestra sobre Miró en el IVAM

Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma, 1983) no nació -ni murió- para permanecer en los mausoleos del arte, aunque la mayoría de su obra se contemple en museos. Lo suyo no son los santuarios del academicismo. Su arte es provocación, combate y un eterno cuestionamiento.

Así lo podrá descubrir el visitante que desde hoy y hasta el próximo 17 de junio visite el Institut Valencià d´Art Modern (IVAM) y la exposición en torno a la figura del genio del surrealismo «Joan Miró, orden y desorden», que coincide con el 125 aniversario del nacimiento del artista.

Se trata de la primera muestra monográfica que el IVAM dedica al artista en sus 29 años de historia. Algo insólito para el director del centro de arte moderno, José Miguel G. Cortés, quien calificó ayer a Miró, durante la presentación de la muestra (que se inaugura hoy), como «indispensable» para conocer la historia del arte del siglo XX.

Estuvo acompañado por el comisario de la exhibición, Joan M. Minguet, quien destacó que la intención de la muestra es dar a conocer al «Miró más combativo, más vivo, heterodoxo y radical. El mundo del arte es muy dado al mausoleo, pero la obra de Miró nos sigue interpelando en todos los sentidos». En esta línea, apuntó Minguet que el título tiene que ver con la indisciplina, con el combate que se plantean los artistas pese a que Miró era un «archivero en el sentido más literal». De ahí las grandes contradicciones del genio catalán.

En total, la muestra reúne 200 piezas (algunas nunca expuestas), entre pinturas, esculturas, dibujos, cerámica y piezas vinculadas con la artes escénicas procedentes tanto de importantes instituciones culturales como de coleccionistas particulares.

La exposición se divide en cinco salas. La primera aborda los inicios de Miró, con piezas de entre 1916 y 1919. Algunas de ellas formaron parte de la primera exposición que Miró realizó en Barcelona y que fue un «fracaso», recordó Minguet. No vendió ni un solo cuadro y fue vapuleado por la crítica. Hoy, algunas de las obras que exhibe el IVAM están aseguradas en 7 millones de euros. En esta etapa imperó el orden, tan necesario para poder desordenar su arte tiempo después.

La segunda sala muestra su experimentación en la obra pictórica: personajes dislocados, monigotes perturbadores, garabatos deformes... El artista se debate entre la fascinación y la monstruosidad.

Al avanzar por la muestra, el visitante va profundizando en el imaginario de Miró: en la sencillez de sus trazos, de sus formas y su alfabeto pictórico tan reconocible (incluso por ojos inexpertos) como solución a la complejidad previa de sus planteamientos artísticos. Se encuentran aquí telas quemadas, lienzos víctimas de cuchilladas... Fue su explosión de indisciplina absoluta, su «asesinato» del arte, pese a que vivía -y bien- de él.

La cuarta sala aborda una de las obsesiones del artista: sacar su arte de los museos, llevarlo a la calle y acercarlo a la gente. Decía que si su obra solo se exponía en museos, el público pensaría que ya estaba muerto. Es el momento de sus performances o sus pinturas exteriores. Pero destaca en la sala su participación en las artes escénicas como en la obra teatral «Mori el Merma», de La Claca, con la que participó en los diseños y pinturas de máscaras y polichinelas.

El quinto y último espacio continúa, en cierto modo, la expansión de Miró más allá de la pintura «de caballete». La cerámica fue su laboratorio de experimentación para trabajar unos materiales y unos procedimientos en los que el azar del fuego tenía la última palabra. Pintó las piezas realizadas por el ceramista Joan Gardy Artigas. Y al igual que con la cerámica, Miró experimenta con el cartel. Según el comisario, Miró es el artista de las vanguardias que más carteles realizó. El cartel supone para el artista la captación instantánea de su mundo iconográfico y la posibilidad de llevar la provocación a la vida pública.

Adentrarse desde hoy en el IVAM es hacerlo en el arte reflexivo y, a la vez, indisciplinado de Miró. La explicación a esta contradicción la dio él mismo hace medio siglo: «Naturalmente, no he necesitado más que un instante para trazar con el pincel esta línea. Pero he necesitado meses, quizás años de reflexión, para concebirla».

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