La ilustradora valenciana Laura Castelló (Castelló, 1983) vive un buen momento. Con solo siete días de diferencia ha inaugurado dos exposiciones, una en Madrid y otra en Barcelona.

La exposición de Madrid, «Don't be sorry if I'm lonely» trata sobre «cómo superar una ruptura, volver a tu vida, ir a eventos sociales y demás protocolos cuando estas hecho polvo; al principio no te apetece pero luego la cosa va mejorando», explica la artista. Sobre la muestra de Barcelona adelanta que «Negative Space» juega con la utilización del espacio vacío y las sensaciones que genera en el espectador como tranquilidad, vacío o soledad.

Para Castelló -ganadora del Premio eWoman 2017 en Arte Digital y RRSS impulsado por Levante-EMV y Prensa Ibérica-, la ilustración está en «un buen momento». «La utilización de las redes y el consumo masivo de imágenes ayudan, pero puede ser un arma de doble filo. Aún así, con la buena convivencia del formato papel con el digital, la proyección y difusión que permite internet, la autoedición al alcance de todos y la apuesta de las marcas por la ilustración, el movimiento actual, en general, es maravilloso. Hay elementos que favorecen, pero eso no quiere decir que sea más fácil que antes; es una profesión que exige mucha dedicación y constancia», matiza.

En su opinión, añade, «la ilustración siempre va a estar presente como canal de comunicación y eso no cambiará nunca».

Para su trabajo diario asegura que «actualmente parto de experiencias personales, me interesa conectar con personas que se identifiquen o se vean reconocidas en lo mismo que me ha pasado o me pasa. Es una manera de sentirnos un poco más comprendidos y menos raros. También, por supuesto, me inspira la música, los libros o el cine, como a todo el mundo».

Su vocación le llegó desde la más tierna infancia. «Dibujo desde pequeña -recuerda-, he dibujado toda mi vida porque me encanta. Mi madre pintaba y trabajaba con cerámica y yo siempre lo he visto en casa, así que para mí es algo que siempre ha estado ahí».

Echando la mirada atrás recuerda que sus comienzo llegaron -«como todo el mundo»-, con la autoedición de fanzines, participando en ferias y colaborando «con lo que me parecía interesante». «Mientras tanto, dibujaba para ampliar porfolio y poco a poco fueron saliendo encargos y proyectos cada vez más profesionales», señala.

En su currículum puede presumir de haber trabajado para «gigantes» como Zara. «Trabajar para Inditex fue superenriquecedor y aprendí muchísimo, pero definitivamente no es a lo que yo quería dedicarme. Además de trabajar en equipo, muy rápido y bajo presión, aprendí que no quería trabajar en una empresa, sino que quería ser autora de mi propio trabajo».

Sobre sus referentes apunta que «tengo muchos, como pintor Egon Shiele desde siempre; pero también me fijo en el cine francés o en la fotografía o el manga».

En plena lucha feminista, lamenta que siendo mujer «es más difícil que tomen tu trabajo como universal. Las mujeres cuando hacemos algo como pintar, escribir o dirigir siempre va dirigido a un público femenino mientras que los hombres escriben y dirigen historias para todos».

Respecto a sus planes de futuro puede adelanta que pintará en el Festival de les Arts y luego pasará el verano preparando dos libros que verán la luz el año que viene «y que tengo muchas ganas de que podáis ver», concluye.