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Entrevista

J. Müller-Thyssen: "El lenguaje evoluciona, nos gustará o no, pero no vamos a peor"

«Hay téminos en inglés, como ´bullying´ que significa matonismo, que dulcifican los matices y eso es un problema»

J. Müller-Thyssen: "El lenguaje evoluciona, nos gustará o no, pero no vamos a peor"

P ¿Camina la lengua española a la deriva?

R Hay una afirmación que todos asumimos sin tener el dato y es que hablamos peor o, por lo menos, que la situación de la lengua española no es buena. No hay muchos datos sobre los que apoyarse y esa afirmación tiene un componente intuitivo. Los pocos datos que existen -y hay un análisis hecho por la Fundéu- dicen lo contrario. Hemos trabajado sobre 100 años de periodismo escrito en español y concluímos, estudiando la diversidad léxica, que en 1914 y 2014 los periodistas utilizaban el mismo número de palabras distintas en una crónica o un titular. En 1914 se usaban palabras como fanegas y ahora aparecen gigas.

P Es decir, que hay más cambio que empobrecimiento.

R El lenguaje evoluciona, nos gustara más o menos, pero no va a peor. Hay una evolución natural. Es indudable que, hoy más que nunca, el lenguaje está unido a los movimientos sociales y no puede permanecer ajeno. El lenguaje se adecua a ellos. El lenguaje también responde a presiones sociales, a un lenguaje que es políticamente correcto para no ofender a determinadas minorías o colectivos y esos colectivos influyen en el lenguaje. La revolución feminista o que haya un gobierno de mayoría femenino lleva a un debate que trasciende lo anecdótico. Hay que aplicar el sentido común, pero no se puede obviar que la presión lógica de la lucha de las mujeres está influyendo.

P ¿Hablamos y escribimos hoy de forma diferente?

R Hablamos distinto. Lo vulgar se incorpora al lenguaje culto, aparece un nuevo leguaje. Hoy resucita Ortega y Gasset se pone hablar contigo y le parecerá que empleas un lenguaje coloquial y vulgar cuando en realidad hoy es culto. Hay que saber que se puede ayudar desde las instituciones a que hablemos bien, a que el lenguaje sea más limpio y nuestra lengua más bella. Desde las instituciones no podemos mandar mensajes apocalípticos que sean en exceso alarmistas. Es mejor que lancemos un mensaje amable para que la sociedad acepte nuestras propuestas.

P ¿Las redes sociales son una amenza para el uso correcto del lenguaje?

R Las redes sociales son una representación de la sociedad. En las redes estamos todos. Hace 50 años solo hablaban y escribían aquellos que tenían un altavoz. Hoy altavoces tenemos todos. Eso te permite ver que hay mucha gente que escribe bien, porque nunca se ha escrito y leído más que ahora; decir lo contrario sería mentir. Otra cuestión es lo que la gente lee y escribe. Cualquiera que tiene un altavoz expone sus pensamientos. A quien publica a diario en las redes le preocupa el ridículo que supone que alguien le llame la atención ante una falta.

P Quizás los que más seguidores tienen no son precisamente quienes más cuidan su forma de expresarse.

R Hay gente fantástica y otros chabacanos que asumen papeles de periodista totalmente indocumentados. Pero, ¿qué hacemos? ¿Que solo hablen los que están bien formados? ¿Reservar solo para la élite el derecho a hablar?

P Siempre se ha dicho que escribir mal es porque se lee poco.

R Los índices del barómetro de lectura dicen que leemos más, pero a lo mejor los jóvenes no leen lo que queremos que lean. Pero lo importante es empezar a leer. Quiero pensar que no todos leen los blogs de unos prescriptores vulgares y sin conocimiento. La lectura lleva a la lectura.

P El abuso de anglicismos tampoco ayudará.

R Podemos hablar perfectamente sin ellos. Los anglicismos se incorporan como voces nuevas sin problemas si estan bien planteados. Ahí tenemos fútbol, que ganó a balompié. Hoy nadie cuestiona que fútbol no sea española. El problema es que los anglicismos entran a una velocidad insospechada y hay un problema serio de adaptación y traducción al español. Hay términos en inglés que pierden los matices. Por ejemplo, bullying. Significa matón, matonismo y acoso. En inglés se dulcifica y ese es el problema , que no refleja la realidad.

P Esa presencia de anglicismos a veces roza el esnobismo.

R Hay dos razones para usar anglicismos: por necesidad imperiosa, porque la nueva tecnología o medios de relacionarse genera que el término que se impone sea en ingles y hay que adaptarlos; y otra razón es que esos términos son producto del esnobismo o complejo de inferioridad. Hay situaciones que rozan el ridículo.

P ¿Llegaremos a incorporar «miembra» al lenguaje coloquial?

R Cuando Bibiana Aído dijo «miembra» se montó un revuelo. Hoy no es tan raro oír «miembra» como oímos decir socia. En el sistema de construcción del español «miembra» no tiene problema y se incorporará cuando el uso lo determine. ¿Debemos llevarnos constantemente la manos a la cabeza? Igual no merece tanto la pena.

P ¿Escribimos como hablamos?

R Uno de los problemas es la oralización del texto. La gente escribe como habla y al hacer esto, porque es muy inmediato, te encuentras con problemas porque escribes rápido. Lo importante es que sepas cómo tienes que expresarte en los distintos formatos.

P ¿Qué falta de ortografía le cuesta perdonar?

R Cuando veo una falta muy grave me sonrojo y lo paso mal porque no soy capaz de decirle a la otra persona que la ha cometido. Son faltas que denotan falta de formación y te impresiona.

P ¿Toleraría las faltas de ortografía en las universidades?

R No, y no debería ser tolerable. Hay conceptos en la educación, como la ortografía o que se prescinda de la Filosofía en la formación del individuo, que son vergonzosos.

P Cada año, la Fundéu elige la palabra del año. ¿Cómo se trabaja en ello?

R Trabajamos sobre las palabras que ya hemos tratado durante el año. Junto al consejo asesor, planteamos una selección, se comparten y se ven en cuántas coincidimos, analizamos la palabra, la fuerza en el discurso informativo y tratamos que tenga simbología informativa y lingüística. Siempre fueron palabras conocidas salvo «aporofobia», que consideramos que tenía un valor interesante por dar a conocer una realidad que no tenía un nombre y que respondía el rechazo al pobre.

P Aporofobia, populismo, refugiado, selfi y escrache han sido las palabras del año para la Fundéu. ¿Cuál es su favorita?

R Aporofobia. Por este valor social. Si no hay una palabra no hay una realidad. La necesidad de buscar una palabra para definir la realidad es muy importante.

P Vivimos en una sociedad que cambia a un ritmo vertiginoso. Van a tener que buscar muchas palabras nuevas.

R Hay un trabajo ingente, hay que estar siempre atentos. Estamos ante realidades nuevas a las que se le están buscando palabras nuevas. Es una vorágine y realmente complicado, pero nuestro idioma está sano. Tiene todos los recursos para responder con flexibilidad a realidades nuevas.

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