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Arte

Los museos de Bellas Artes unen su voz

Las tres pinacotecas valencianas trabajan en una exposición conjunta de escultura que llegará en septiembre a València

Los museos de Bellas Artes unen su voz

Los museos de Bellas Artes de la Comunitat Valenciana -el de Castelló, València y Alicante- llevaban «demasiado tiempo» sin poner en marcha un proyecto conjunto y sin colaborar entre ellos. Ese ha sido el punto de partida para el director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, José Luis Pérez Pont, para impulsar una exposición que ponga fin a esa situación. «Adsuara, Vicent y Peresejo: tres escultores mediterráneos entre la tradición y la renovación» está dedicada al castellonense Juan Bautista Adsuara Ramos (1891-1973), al valenciano Carmelo Vicent Suria (1890-1957) y al alcoyano José Pérez Pérez, «Peresejo» (1887-1978) y se podrá visitar entre el 13 de septiembre y el 6 de enero de 2019 en el Museo de Bellas Artes de València. La exposición recuperará la obra y figura de estos escultores nacidos a orillas del Mediterráneo en un momento de gran efervescencia creativa de la plástica valenciana.

Herederos directos de la tradición escultórica decimonónica, encarnada, entre otros, en la figura de Mariano Benlliure, participaron en la corriente renovadora de la escultura española, la denominada renovación «post Benlliure», que supondría el abandono del imperante burguesismo, así como del naturalismo impresionista iniciado por el maestro valenciano, en beneficio de la recuperación de los valores puramente escultóricos de la forma, el volumen y la masa.

«Prácticamente olvidados a día de hoy, o en el caso de Vicent y Peresejo, profundamente desconocidos en su tierra natal, esta exposición pretende suplir la escasez tanto de estudios como de muestras dedicadas íntegramente a la escultura, la cual ha quedado a menudo relegada a un inmerecido segundo lugar, especialmente en comparación con la pintura, obviando la diversidad y calidad de la tradición escultórica valenciana de la primera mitad del siglo XX, la cual llegaría a rivalizar en importancia con la pintura de su época», señalan desde el organismo interprovincial. Esta muestra persigue también «enriquecer la visión de conjunto que de estos artistas y su época tenemos, abriendo nuevas vías de investigación y contribuyendo con ello a la valoración crítica de nuestros tres protagonistas», continúan.

La exposición está formada por una selección de esculturas, la mayoría procedentes de los museos de Bellas Artes de València, Castelló y Alicante, además de colecciones particulares y una pequeña selección de dibujos y obra sobre papel, muchas de ellas restauradas para la ocasión y nunca expuestas al público. Esta muestra ya visitó en junio de 2017 el museo de Castelló y está previsto que en 2019 pueda viajar también a Alicante.

Dentro de esta línea de trabajo colaborativo está también la exposición de los pintores «De paisajes, paseos y paisanos: Porcar, Lahuerta, Varela» en cuya agenda se encuentra también su paso por el Museo de Bellas Artes valenciano.

Juan Bautista Adsuara

Referente de la renovación estética

Adsuara (Castelló-1893-1973) desarrolló casi toda su carrera en Madrid, donde logró convertirse en uno de los escultores de mayor éxito y proyección del panorama español de la primera mitad del siglo XX. Su etapa más brillante y renovadora coincide con los últimos años de la década de los veinte y se prolongó a lo largo de la II república, cuando logró una síntesis y depuración formal que comulga de lleno con la renovadora estética impulsada por el eslavo Mestrovic, la cual logró perpetuarse en España en las figuras de José Capuz, Victorio Macho y el mismo Adsuara, que consiguió convertirse entonces en una de las figuras clave de esta renovación posterior a Benlliure.

En 1924 alcanzó la Primera Medalla de oro en la Exposición Nacional de Madrid con el grupo en yeso Piedad. Cosechó importantes éxitos fuera de España como la I Medalla en la XVI Exposición Bienal de Venecia de 1923 con La carga. Su consagración llegó en 1929, cuando ganó el Premio Nacional de Escultura por sendas alegorías personificando Las Artes y Las Ciencias, que debían de decorar la fachada del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de Madrid. Este galardón fue la culminación de un esfuerzo y de una vida dedicada al trabajo y al estudio intensivo. En su biografía destaca su labor en el Salvamento del Tesoro Artístico Nacional, tras el estallido de la guerra civil. A él se le confió la custodia de las obras más sobresalientes del Patrimonio Nacional, aquellas que formaban parte de las colecciones del Museo del Prado.

Carmelo Vicent

Entre lo pagano y lo religioso

La trayectoria de Vicent (Carpesa, 1890-València, 1957) fluctuó siempre entre la escultura pagana y la imaginería religiosa, y logró un estilo de acentuada impronta personal en el que convergen la sobriedad y austeridad de la escuela realista castellana y el equilibro del canon clasicista mediterráneo. Con anterioridad a la guerra civil talló importantes obras de imaginería religiosa para numerosas iglesias y hermandades, pero fue tras el fin de la contienda, cuando se produjo una demanda de obras devocionales sin precedente. Vicent inició una amplia producción y su taller llegó a convertirse en centro de peregrinación de numerosas cofradías, tanto de València como del resto de España. Ello supuso, en modo implícito, su consideración como un mero artesano al servicio de la imaginería religiosa. Tanto que logró eclipsar su faceta de escultor de paganas bellezas, lo que influyó de forma peyorativa en su consideración como escultor, «error que se pretende subsanar con la presente muestra», explican.

Entre sus reconocimientos más importantes destaca su participación en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en Madrid donde logró cosechar los más altos galardones. Uno de los encargos más importantes de su carrera fueron las imágenes alegóricas representando a la Justicia y la Prudencia que ocupan las acróteras de las dos torres de la fachada del Ayuntamiento de València labradas en 1929.

José Pérez «Peresejo»

El artista del «mediterraneísmo esencial»

La obra de José Pérez «Peresejo» (Barcelona, 1887 - Alcoi, 1978) se enmarca dentro del «mediterraneísmo esencial», dicen desde el Consorci, centrado principalmente en el estudio de la figura femenina tratada con cierto espiritualismo y sobriedad. Sus desnudos, triunfantes y eternizados, dominados por la armonía de los volúmenes, y cierta tendencia a lo estático y reposado, constituyen «un intemporal canto a la belleza de la forma, la sensualidad mediterránea y la rotundidad de las formas desnudas».

Como los clásicos, prefirió el mármol sobre la madera, al contrario que Adsuara y Vicent. Recuperó la talla directa, a través del aprecio y respeto por el material pétreo, si bien lo que se conserva, a día de hoy son, en su mayoría, los yesos originales ya que se ha perdido buena parte de sus mármoles originales. Fue conservador y restaurador del Museo Nacional del Prado y profesor de medallística. Entre sus galardones destaca su participación durante 16 años (entre 1901 y 1950) en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en los que lograría hacerse con los máximos galardones.

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