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Tensiones e intenciones

Obras de Mozart, Roberto Gerhard y Brahms . Sociedad Filarmónica de València

Sala Iturbi. Palau de la Música (València)

Intérpretes: Cuarteto Gerhard (Lluís Castán, violín 1; Judit Bardolet, violín 2; Miquel Jordá, viola y Jesús Miralles, cello)

Con un largo recorrido aún por realizar, los jóvenes intérpretes de este ensemble catalán debutaron en la SFV con un programa cuyo gancho principal era la audición de una obra de Roberto Gerhard (Valls, Tarragona, 1896-Cambridge, 1970), un creador al que la guerra civil y sus consecuencias alejaron para siempre de la vida musical española, aun lastrada por los ecos de Pedrell, Falla y Turina. Desde Gran Bretaña y Estados Unidos, el músico exilado tuvo oportunidad de componer con un lenguaje distanciado de sus raíces a las que, por otra parte, acudió no pocas veces en su catálogo (L´alta naixença del Rei En Jaume o en Sis cançons populars de Catalunya). Los jóvenes del Gehrard eligieron el Segundo de sus cuartetos, obra en un solo movimiento que requiere unos buenos mimbres para tejer esa intrincada performance tímbrica donde la obra, escrita hace más de 50 años, exige defender esos pentagramas no solo con el arco. Por momentos, el cuarteto se transforma en ingenios de percusión para conseguir los efectos (y afectos) requeridos por el autor que en menos de un cuarto de hora redondea su obra sin saturar la escucha. Siempre resulta conveniente, aunque con retraso, acercarse a «nuevos» repertorios del siglo XX.

De los seis cuartetos dedicados por Mozart a su admirado Haydn, escuchamos el nº 15, en re menor, cuyos 4 movimientos están resueltos a modo de filigrana musical y como tal deben ser abordados. Individualmente, los jóvenes músicos catalanes no carecen de calidades competentes mas a la hora de la requerida amalgama es donde se percibe una ausencia de empaste que, sin duda, ha de venir con la escucha en el trabajo y la experiencia.

Brahms eligió para su Cuarteto para cuerda op.51 nº 2, el tono de la menor, a la que se le atribuye un carácter femenino y tierno. La evidente complejidad formal de la obra necesita despejar las brumas de la interpretación que, sin duda, en el futuro, darán paso al brillo que el buen hacer del Cuarteto Gerhard sabrán aportar. Los prolongados aplausos del público valenciano no obtuvieron recompensa del conjunto de cuerda. ¿Se iría el tren?

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