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Los Planetas: "El 'indie' de los 90 se ha comido la industria musical"

"Volver a tocar 'Una semana...' es como volver al callejón de la muerte", dicen los músicos granadinos que tocan hoy en la Sala Iturbi del Palau

«Una semana en el motor de un autobús» con cuerdas y violines y sin la mitad de Los Planetas. ¿Por qué?

Queremos darle cierto aire clásico al disco porque ya es un clásico para nosotros y para mucha gente, acercarlo un poco a la música clásica. En 2013, cuando se cumplieron los 15 años del disco, quisimos intentar reproducir el disco tal y como sonaba o al menos parecido. Ahora lo hemos revestido de nuevos arreglos y hemos querido darle un sentido más clásico.

¿Qué supuso «Una semana» para Los Planetas?

Para nosotros es un disco muy importante, un salto en nuestra carrera y en nuestra relación con el público. Es un disco que desde el principio tuvo muy buena acogida por parte de la crítica, que se vendió bien y que siempre ha tenido un estatus bastante bueno.

¿Cómo se afronta 20 años después un trabajo tan marcado por los sentimientos que teníais en aquella época, por vuestras relaciones personales o por las drogas que tomabais entonces?

Está siendo como la vuelta al callejón de la muerte, a una época un poco turbia, un poco intensa. Volver a revivirla supone volver a extraer esas cuestiones. Está siendo como revivir una época con sus cosas buenas y con sus cosas malas. Para mí es un disco difícil de interpretar 20 años después, porque me resulta muy difícil cantarlo, por la forma en la que están escritas las canciones y por las letras.

Además, el estilo de la banda también ha cambiado bastante desde entonces...

Sí, nosotros hemos seguido evolucionando, siempre hemos buscado cosas nuevas, intentado nuevas formas de transmitir. Cada disco refleja un momento de nuestra vida y marca una época.

Últimamente muchas bandas sacan discos y giras con este tipo de aniversarios. ¿Es una reivindicación de la importancia de uno mismo, una excusa para seguir tocando, una jugada comercial?

En nuestro caso es solamente un cumpleaños total, una forma de celebrar que seguimos juntos 20 años después y de que seguimos vivos.

El disco tiene canciones con arreglos de cuerda, como «Línea 1», «Segundo Premio» o «Copa de Europa». ¿Ha sido difícil adaptar el resto?

Algunas canciones han sido más difíciles que otras, algunas tienen arreglos que aportan novedades sustanciales respecto a las originales. Cada canción es un mundo pero al final hay algo que las une, que es el concepto del álbum.

Lo que quizá no hay es un posicionamiento político claro, como sí mostráis en vuestro último disco.

Cualquier manifestación artística conlleva un posicionamiento político, y nosotros siempre lo hemos tenido. Incluso entonces éramos bastante más radicales de lo que lo somos ahora, pero quizá nuestra conciencia política estaba más limitada a lo que teníamos a nuestro alrededor. Nos preocupaba nuestra relaciones con la compañía de discos, con el manager... Con el tiempo vas tomando una mayor amplitud de miras, te das cuenta de que la música forma parte de una industria mayor, y del sistema económico en el que esa industria está incluida.

El disco fue también el inicio de la popularización del indie español, que ahora tiene su máxima expresión en los festivales. ¿Estáis orgullosos de vuestra obra?

Sí, estamos muy satisfechos de haber pertenecido algo tan importante que ha logrado cambiar radicalmente el rostro a la industria musical en España. La gente que empezaba con nosotros y que estaba en nuestro primeros conciertos o los organizaban, ahora están detrás de algunas de las promotoras y de los festivales más importa importantes de España, Europa o el mundo.

¿Pero eso significa que habéis conquistado vosotros el sistema o el sistema os ha conquistado a vosotros?

Yo creo que este sistema de industria alternativo que empezó en los 90, se ha comido a las industrias dominantes que había entonces. La forma de entender la música y la comunicación musical, y la forma en la que se transmite, está más cerca de lo que pensábamos nosotros que de lo que mandaba entonces.

Vuestros discos con raíces flamencas, el trap de Yung Beef con guitarras lisérgicas? ¿Te gustaría reivindicarte como uno de los padres de esto que ahora llaman «apropiación cultural»?

Sí, sí, me gustaría. La apropiación cultural es de las cosas más interesantes que hay. Apropiarse de la cultura es cultivarse, cuanta más cultura consumas más grande es tu bagaje y más grande tu visión del mundo y de la vida. Nosotros lo que intentamos desde el principio es llevar a nuestro público a cosas que no conocía.

¿Ves un puente, por ejemplo, entre «La leyenda del espacio» y el nuevo disco de Rosalía?

Hombre, hay un puente (duda). Cuando nosotros hicimos La leyenda del espacio en la escena alternativa muy poca gente tenia en cuenta el flamenco. Y a partir de entonces parece que es justo al contrario, el flamenco se va formando como una de las músicas más activas y más brillantes, que más color y más juego da, con gente como el Niño de Elche, Rosalía o Estrella Morente, gente que hace cosas interesantísimas a través del circuito alternativo. Rosalía sale un poco por esa estructura que se creó a partir de los 90. Espero que ese disco le abriera la cabeza a mucha gente que hasta entonces solo tenía la mirada puesta en el mundo anglosajón y que se diera cuenta de que el flamenco es más importante que casi cualquier música popular.

¿Crees por eso que «La leyenda del espacio» ha acabado siendo más importante para la música popular en España que «Una semana»?

Son discos que hemos hecho en momentos distintos. Cuando hicimos Una semana buscábamos una nueva forma de relacionarse entre la industria, el público y los músicos, una relación un poco más justa, que no se le vendiera cualquier cosa al público, sino música de calidad. Pero después nos dimos cuenta de que esa música tenía un sesgo importante de la cultura anglosajona, y es cuando miramos hacia la cultura de nuestra tierra.

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