Un París devastado por la segunda guerra mundial intentó recuperar su reputación como capital cultural del mundo y lo logró gracias a la llegada de numerosos artistas extranjeros cuyas obras acoge hasta el 22 de abril el Museo Reina Sofía. «París pese a todo. Artistas extranjeros 1944-1968» reúne más de 200 obras de más de un centenar artistas de diversas nacionalidades, estilos y formatos, algunas nunca mostradas, indicó ayer el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. Se trata de una muestra «de interés historiográfico y actual» porque en un momento en el que «la deportación es normal y Europa no parece saber qué hacer con sus fronteras y con la inmigración» merece la pena recordar que «París fue capital europea de la cultura gracias a los extranjeros».

Con Picasso y Kandinsky como referentes, numerosos artistas del resto de Europa, América, África y Asia llegaron a la capital francesa huyendo de la discriminación racial, la homofobia o la represión política, o simplemente atraídos por el foro artístico parisino. Eduardo Arroyo, Jean-Michel Atlan, Anna-Eva Bergman, Minna Citron, Ed Clark, Beaufor Delaney, Erró, Claire Falkenstein, Sam Francis, Chu Teh-Chun, Wols, Rufino Tamayo, Loló Soldevilla o Nancy Spero son solo algunos de los que recalaron en el París de los bares, clubes de jazz y galerías de arte.

En el contexto de la reconstrucción tras la contienda, del nuevo orden geopolítico, de la Guerra Fría, de la consolidación de la sociedad de consumo y de los movimientos antiimperialistas, el arte fluyó en la Ciudad de la Luz libre de prejuicios y alejado de academicismos. No todos lo tuvieron fácil, ha recordado el comisario de la muestra, el canadiense Serge Guilbaut. Muchos artistas extranjeros fueron «olvidados por los historiadores», por lo que Guilbaut se propuso, junto con el Reina Sofía y la Comunidad de Madrid, recuperarlos para mostrar no solo su arte, sino cómo éste fue reflejo de «lo compleja que era la situación artística» entre el final de la segunda guerra mundial y el arranque de Mayo del 68.

También ha querido destacar con esta exposición «la fuerza de la inmigración, porque los franceses sabían que sin inmigración la fuerza de París no podía continuar».