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Entrevista

Juan Gómez-Jurado: "Quiero que el lector me odie por haberse pasado la noche leyendo mi novela"

«Me he quitado de opinar en Twitter porque me he dado cuenta de que he cometido muchos errores»

Juan Gómez-Jurado: "Quiero que el lector me odie por haberse pasado la noche leyendo mi novela"

Un personaje de aire apocalíptico se dedica a secuestrar a los vástagos de los españoles más ricos y poderosos. Jon y Antonia, un policía suspendido de empleo y sueldo y la mujer más inteligente del mundo al servicio de una organización secreta, intentan detenerlo. Y nadie dijo que fuera a ser fácil.

P Ha tardado tres años en hacer un libro de esos que se leen en tres días. ¿Por qué?

R Un libro como éste lleva, sobre todo por el personaje principal, mucho esfuerzo y mucho trabajo. Y luego os lo ventiláis en tres días... Por un lado estás contento porque lo has creado para eso, pero por otro dices: leedlo más despacio, o volvedlo a leer.

P ¿Cómo se mete alguien que no es el escritor más inteligente del mundo, en la cabeza de la persona más inteligente del mundo que es su protagonista?

R Sí, y además es mujer, y yo no. Cuando nació Antonia Scott no nos llevábamos demasiado bien, porque ella me cuenta quién es y yo me pregunto por qué nadie ha contado antes a un personaje cómo éste. La respuesta no la sé, pero es cierto que las personas muy inteligentes nos producen al mismo tiempo admiración y rechazo.

P ¿Sherlock Holmes no podría ser un antecedente?

R Más allá de las referencias, lo que de verdad importa del personaje es que es una mujer que es puro raciocinio. En la literatura de género la mujer se suele presentar como quien aporta sentimientos al hombre. En esta novela es al revés, es Jon Gutiérrez (el otro protagonista) que aporta la parte sentimental. De hecho, escribir el libro me costó tanto porque me costaba entender al personaje.

P En la literatura de género también suele haber tensión sexual entre las parejas de protagonistas, pero usted se la ha saltado haciendo a uno de ellos declaradamente homosexual.

R Pasó sin más. Me interesa más en su relación que sean capaces de profesarse afecto, lealtad y amistad que una emoción más básica como la tensión sexual no resuelta, que no me interesa en absoluto.

P Otros personajes que salen en la novela son muy identificables (una banquera cántabra y un empresario textil con una hija que se dedica al hípica). ¿Por qué?

R Nace por mi fascinación por todo lo que me rodea y que acaba volcándose en mis libros. Aquí puedes encontrar referencias a la España actual, una frase del Quijote o un verso de Sabina. En mi cabeza se desarrolla un mundo que luego pertenece a los lectores.

P ¿Y no tiene miedo de que referencias tan pegadas a la actualidad se hagan viejas pronto?

R No me preocupa, porque el libro es intemporal. A ti te causa un efecto y a una persona de 15, sin las mismas referencias que tú, le causa uno distinto. En el libro he trabajado con representaciones de la realidad, que es lo que me interesaba. Pero las cosas sobre las que reflexiona el libro, y de las que yo no soy demasiado consciente, sí son intemporales: el poder, el amor, las relaciones tóxicas entre padres e hijos, eso no caduca.

P En la novela se vislumbran relaciones traumáticas entre hijos y padres. ¿Eso le sale natural?

R Yo tengo una relación traumática con mi propia paternidad (descubrió a los 36 años que era un hijo adoptado). Me interesa mucho cuál es la relación entre poder y responsabilidad y amor y obligación. Y eso se ve en la novela. Es inevitable que a un escritor le configure su realidad. En mi novela siempre tiene que haber verdad pero para servir a un bien mayor: que el libro tiene que ser jodidamente divertido. Mi objetivo es que el lector me odie al día siguiente cuando se levante con ojeras por haber estado toda la noche leyendo mi novela.

P ¿Y el fin de la novela negra es reflejar el mundo que le rodea?

R No me interesa para nada. Y tampoco creo que esto sea una novela negra, es más bien un thriller, que es como una carrera contrarreloj.

P James Ellroy decía que es más interesante una persona normal que mata que un psicópata. ¿Usted que opina?

R Creo que Ellroy se equivoca al pretender que un psicópata no es una persona normal. ¿Cómo defines la normalidad? Si en València viven 870.000 personas, por corte tienes 100 que son psicópatas. Otra cosa es que salgan a matar gente.

P El libro también reflexiona sobre las redes sociales. ¿Nos sobra exposición y opiniones?

R Hoy la pregunta importante no es si las redes nos causan daños, sino el daño que causamos a otros a través de ellas. El anonimato ha generado formas de comportamiento muy tóxicas. Y no sólo hablo del acoso, sino de la capacidad de decir u opinar cualquier cosa sin que tenga consecuencias. Eso nos hace más idiotas.

P Y usted que es un usuario de Twitter bastante prolífico...

R Me he quitado de opinar porque me he dado cuenta de que he cometido muchos errores respecto a eso.

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