El legado de Vicente Blasco Ibáñez, el más universal de los escritores valencianos, puede acabar lejos de la ciudad que un 29 de octubre de 1933 le despidió de forma multitudinaria cuando sus restos mortales llegaron desde Francia para ser enterrados en el cementerio municipal. Y eso puede ocurrir si un tribunal no dice lo contrario.

El patronato de la Fundación Centro de Estudios que lleva el nombre del político y novelista dio ayer por vencido el convenio, y su prórroga de un año, suscrito con el ayuntamiento para el uso y exhibición de fondos del autor. En la reunión participaron el presidente del patronato, Ignacio Soler; el secretario Ángel López; el bisnieto del escritor, Emilio Muñoz Blasco-Ibáñez y Carmen Llorens.

En estos fondos se incluyen una colección bibliográfica, cartas, dibujos, manuscritos y diversa documentación, además de fotografías, contratos con empresas cinematográficas y editoriales y varios objetos. Al haber terminado el convenio sin que se haya llegado a un acuerdo entre las partes para firmar un nuevo documento, la fundación exige al consistorio que preside Joan Ribó la devolución «inmediata» de estos fondos documentales y museísticos, que se encuentras expuestos en la Casa Museo Blasco Ibáñez.

El centro de estudios considera que «no se dan las circunstancias necesarias para continuar la colaboración» con el ayuntamiento, y señala que su intención es «retomar de inmediato las gestiones necesarias para la búsqueda de una institución de primer orden, que reúna las condiciones necesarias para el depósito de estos fondos en las mejores condiciones de conservación». La fundación, según explica su secretario, lamenta entre otras cosas la falta de inversión por parte de las instituciones valencianas (y no sólo el ayuntamiento) para promocionar y «poner en valor» todo ese material depositado en la casa-museo, que es de titularidad municipal.

Pero, sobre todo, la fundación reclama que el consistorio le reconozca la propiedad de una parte de este legado (la colección bibliográfica, cartas, dibujos, manuscritos y diversa documentación entregados en 1997 por la nieta del escritor Gloria Llorca Blasco-Ibáñez), algo a lo que el gobierno municipal no está dispuesto ya que considera la donación fue definitiva y que, por lo tanto, este material es de propiedad municipal.

Sobre la segunda parte del legado -menos numerosa y compuesta por fotografías, cartas personales, contratos con empresas cinematográficas y editoriales y varios objetos- no hay litigio, según explica la fundación, y en el plazo de tres meses debe volver a manos de la fundación.

Uno de los destinos barajados por la fundación para llevar este legado es la Biblioteca Nacional, opción que ni siquiera sus herederos consideran deseable ya que el depósito sería definitivo y supondría que los libros y documentos de Blasco Ibáñez no regresarían nunca más a València.

En caso de que el ayuntamiento no devuelva en un plazo máximo de 90 días todo este material, la Fundación avisaba ayer de que «adoptará las medidas legales que estime pertinentes para defender la unidad del legado museístico y documental». Y parece que es así, por la vía contencioso-administrativa, por donde continuará este conflicto ya que el Ayuntamiento de València considera -con un informe jurídico en la mano-, que la donación realizada en 1997 tiene carácter definitivo.

En la comunicación facilitada ayer tras la reunión del patronato de la Fundación Centro de Estudios Blasco Ibáñez, se explicaba que dos años después de que Gloria Llorca depositara en la Casa-Museo la primera parte del legado del escritor, estos revirtieron de nuevo a su propiedad «en virtud de un escrito presentado ante el ayuntamiento con fecha 9 de marzo de 1999; y que fueron finalmente donados a esta Fundación, mediante escritura otorgada con fecha de 28 de junio de 2001.

Tal como recordaban ayer desde la fundación, no es la primera vez que el conflicto entre el consistorio y los herederos del novelista por la propiedad de este legado está a punto de llevarlo fuera de València. «En 2012 pasó lo mismo y cuando estábamos a punto de llevárnoslo todo a Madrid una llamada de última hora desde presidencia de la Generalitat hizo cambiar la postura del ayuntamiento».